Ningún error puede ser útil, así como ninguna verdad pueda dañar. De Maestre.
El egoísmo es la mancha del mundo, y el desinterés su sol. J. Martí.
Nada es tan trágico como vivir día y noche con el corazón lleno de rencor y odio. P. Bosmans.
Se cuenta de un hombre rico que vivía o habitaba un castillo cerca de una humilde aldea. Adoraba mucho a su vecinos pobres y siempre estaba pensando cómo ayudarlos, protegerlos y mejorar su condición de vida. Celebraba la fiesta de Navidad para los niños pobres.
Pero Don dinero se dio cuenta que al pobre no le gustaba el trabajo, y esto les hacía esclavo de la miseria.
Un día el dueño del castillo levantóse temprano, colocó una gran piedra en el camino de la aldea y se escondió para ver qué sucedía cuando pasaba la gente.
Primero pasó un hombre con una vaca, gruñó cuando vio la piedra y no hizo nada; luego pasaron varias personas y evadieron la piedra; otros disgustados protestaban por el obstáculo, pero nadie solucionaba el problema...
Casi anocheciendo pasó por allí un muchacho, hijo del molinero. Era trabajador y estaba cansado por las faenas del día.
Al ver la piedra, dijo para sí, la nov va a ser oscura y algún vecino puede lastimarse. Tomó la piedra y la quitó del camino.
La piedra pesaba mucho, pero el muchacho hizo lo que pudo y empujó varias veces la piedra. Luego vio con sorpresa, que debajo de ella había un saco de monedas de oro; y una leyenda que decía: Este saco es para el que quite la piedra.
Muy contento y feliz el muchacho se fue a su casa con el tesoro y el rico gozoso por haber encontrado un hombre de provecho que no huía de los trabajos difíciles.
"Ni dejes para mañana lo que puedes hacer hoy".