Las autoridades chilenas hacían ayer el conteo de sus pérdidas de vidas y materiales, mientras la desesperación, los saqueos y la insatisfacción con la respuesta ofical afloraban entre los afectados por el terremoto de 8.8 grados que sacudió 7 de las 16 regiones del país.
Según el gobierno de Michelle Bachelet, 708 personas han muerto, dos millones están damnificados, un millón y medio de casas están destruidas, y aún se siguen sintiendo decenas de réplicas. El caos es peor en Concepción, la ciudad más afectada por el séptimo mayor sismo de la historia.