Hay que aceptar que la Biblia es un tesoro invaluable de hermosas e interesantes ideas evangélicas. Una de esas lecturas es el misticismo, doctrina filosófica y religiosa, según la cual consiste la perfección en una especie de contemplación estática (en el mismo estado) que une el alma misteriosamente con Dios. Esta dimensión entre Alma y Dios por mediación del amor.
El Evangelio y la Biblia presentan dignos ejemplos del estilo lacónico, es decir, conciso, breve, corto... Dios dijo: Sea la luz y la luz fue. "Soy quien Soy". El mismo Nuestro Señor, al hablar del juramento nos dice: "No juréis ni por el cielo, ni por la tierra ni por vuestra cabeza. Más nuestro hablar sea sí, sí, no, no, porque lo que de esto excede, de mal procede". Dios, Maestro de maestros, por su excelente pedagogía intercede día tras día por nosotros.
¿Qué es la intercesión? Una súplica por otro para librarle de un mal o lograr una gran gracia para él; es también de una criatura cerca de Dios a favor de otra. La intercesión de Cristo ante el Padre es de dos aspectos: Redentor (intersección con sus acciones y su muerte para lograr reconciliar con el Padre. Litúrgica (oración que Cristo dirige sin intercesión al Padre por nosotros).
He aquí algo para disfrutar y sanear: Juan era un niño que vivía en un mismo con varios amigos. No trabajaba ni era malo. Pronto se fastidió de los estudios en la escuela. El estudio no le interesaba, solía repetir hasta el cansancio. Ya hombre, nada sabía hacer y carecía de oficio. Su vida era una vaivén; la malgastaba en niñerías. Cuando el hambre lo acosó, trabajaba un día sí y un día no. Decía constantemente, "Yo soy quien soy aquí", diferente al Dios Creador. El aserto (afirmación) se comprende fácilmente. El perezoso se fastidia pronto. Cuando se junta con la gente de la peor ralea, se va educando a su manera de pensar, hablar y obrar.