Si hay alguien que jamás renegó a Dios ese fue Job, un personaje que nos muestra las sagradas escrituras en el Antiguo Testamento. En su libro, que lleva su nombre, se describe claramente como Satanás intentó hacer una especie de apuesta con Dios, pidiéndole la oportunidad de hacerle daño a él.
Dios dio permiso, pero le advirtió al diablo que no tocara su alma.
Como Job era un hombre sumamente rico, lo primero que hizo el prìncipe de las tinieblas fue quitarte todo lo que tenía. Esto incluyó a sus hijos (a todos los mató) y todo su ganado.
El diablo creyó que al hacer esto Job rechazaría a su Dios, pero no fue así, el varón siguió fiel, a pesar que después cayó sobre él una sarna terrible que ningún animal soportaría.
Su esposa, que aún vivía, le decía: "Maldice a tu Dios y muérete". Fue tan grande la maldad del diablo que no fue suficiente para que este hombre de Dios adorara al único Rey.
En resumen, esta es la historia de un hombre fiel. Así debemos ser todos, pero sabemos que hay hombres que rechazan a Dios aún cuando reciben bendiciones. Se creen hijos del Rey por ignorancia y no le abren las puertas de su corazón porque la puerta está hecha del mismo material de su órgano: de piedra. Lo peor es que andan a la defensiva cuando alguien intenta hablarle de Cristo. Hermano, no te des más cabezazos contra la pared porque llegará el día en que tendrás que doblar rodilla y ojalá no sea tarde por el bien de tu alma.