El evangelio de Mateo pareciese la continuidad de la ley mosaica, y podría ser entendido así en la medida en que escribe el Evangelio pensando a Jesús como el nuevo Moisés, no obstante, la diferencia en la interpretación de la Ley. Jesús es enfático en declarar que no ha venido a acabar con la Ley o con los profetas.
Para Él es claro que lo que hay que hacer es llevarla a la plenitud. Pues la plenitud de la Ley es el mismo Jesús, que pasó por la vida haciendo el bien.
La plenitud de la Ley consiste por tanto, en hacer de lo establecido mucho más de lo requerido, es decir, hemos oído decir que no podemos matar, y es cierto, no obstante, ya no es una muerte física y ya. Va más allá.
Matamos incluso cuando acabamos con la dignidad de la persona, cuando levantamos falsos testimonios, etc.
He ahí la gran diferencia sobre cómo entender la Ley.
La denuncia del profetismo es vigente aún: la justicia, la opción por los pobres, por el huérfano, por la viuda y por los extranjeros, hay que hacerla, Jesús la hizo con su vida, con la opción de acercarnos a Dios por medio de su propia vida muerta y resucitada, la oferta de salvación está dada, sólo tú y yo la podemos acoger o rechazar, depende de tu libertad y de mi libertad, un domingo efectivamente para la libertad.
Tomado de la Revista Vida Pastoral de la Sociedad de San Pablo Año 39