Cuando cayó el out 27, muchos gritaron, otros rieron y algunos saltaron en un sólo pie diciendo: "Metro es Metro". En una esquina de la cueva de Chiriquí el "Fantasma" Kiko Serracín lloraba y por sus mejillas corría una gota que mezclaba la agonía y por otro lado algo de felicidad.
"Estoy muy orgulloso de mis muchachos, de mis fantasmitas, son unos hombres y pelearon hasta la muerte", dijo mientras caminaba para recibir su trofeo al segundo puesto.
Los hombres también lloran, y los fantasmas también. Orgulloso de su tropa, el "Kiko" Serracín se tuteó con lo mejor de la pelota juvenil y fue un guerrero que puede gritar con fuerza:
"Viva el béisbol" señores.