La visa se va, la vida huye lo mismo que los años en su entero correr ruedan vertiginosos, y las horas ligeras y los minutos huyeron, se suceden y son siempre nuevos, el incesante que fue ya nunca será. Y los interrogantes ya nunca serán como los de antes. Continuarán sí en otro sentido. Hay hombres del pueblo que tienen reflexiones llenas de buen sentido; son los llamados filósofos populares ellos dicen: en nuestro propio cuerpo tenemos a Dios: La conciencia. Hallamos a Dios encima, debajo, de lado, delante, detrás, lejos y de cerca. El está siempre con nosotros. No lo vemos, pero sí lo sentimos y vemos sus efectos.
El solo hecho de haber creado el mundo y todos las criaturas y cosas se justifica su presencia. Las evoluciones ateas de la filosofía existencialista no contradicen en nada el valor y la cualidad sana de un exitencialismo cristiano, se puede sin duda admitir también que los riesgos graves que trae aparejados una concepción sicológica analítica del hombre no excluyeron una explicación cristiana del psicoanálisis.
La cuestión esta sobre el tapete, consideramos en un problema candente de actividad: Pro y Contra sobre la existencia de Dios.
La Iglesia y el magisterio ordinario de la misma no han condenado en forma absoluta, definida, cerrada, pero sí pone sobre aviso a los cristianos contra los abusos y peligros de críticas duras y desenfrenadas.
Juan, el profeta, dio testimonio de El mediante el bautismo en el río Jordán. Dijo: Este es de quien yo decía el que viene después de mí; porque él es primer que yo. A Dios nadie lo vio jamás; el ingénito hijo que está en el seno del Padre, el lo ha dado a conocer. Observó dijo Juan cuando una paloma se posó sobre su cabeza y permaneció sobre él.
Señores cristianos, aprendamos a conocer a Dios en los pequeños detalles de la vida diaria.
Cristo vino a predicar el evangelio, el evangelio de amor. Un mensaje altamente espiritual.