Las universiades, centros de estudios superiores y escuelas de carreras técnicas de nuestro país están repletas de jóvenes entusiastas en pos de una título para hacer su vida en una profesión honrada.
La meta de la mayoría de ellos es lograr un puesto de trabajo en una empresa establecida, o en una entidad del gobierno como la Autoridad del Canal de Panamá, que está ofreciendo empleos con salario decente como parte de la ampliación de la vía interoceánica.
El resto sueña con poner una empresa propia, u ofrecer sus servicios profesionales.
Cualquier opción entre estas dos resulta en un trabajo honrado, y un esfuerzo digno de admirar.
Qué lástima que algunos panameños, en vez de concluir o avanzar sus estudios, lo único que les interesa es encontrars con un padrino político que lo "ponga a vivir" en un puesto público.
Claro, su idea es la de ir a buscar su cheque todas las quincenas, pero sin tener que enfrascarse con el trabajo. Son los hombres y mujeres que sueñan con conseguirse una "botella" en el gobierno y vivir la vida fácil.
La existencia de las botellas es una bofetada al bolsillo y la dignidad de todos los panameños honestos. Pero entre algunos miembros de la clase política de este país, el "botellerismo" es una institución panameña, una forma de vida que nada tiene de anormal.
Y lamentablemente, esta nefasta tradición continúa gobierno tras gobierno.
La pregunta es trillada pero, ¿cómo espera la sociedad panameña que los gobiernos se porten como deben, cuando aceptamos estas dádivas vergonzosas?