El sistema tenebroso imperante le ha hecho creer que usted no tiene derecho a la felicidad, ya que ella es imposible, inalcanzable, fruto de ilusiones falsas. Heredamos una mentalidad fatalista, basada en la creencia de una impotencia radical que arrastramos, en la que frases como "no es posible", "jamás lo lograrás", "otros lo han intentado y han fracasado", "yo no puedo", "solamente algunos privilegiados pueden", nos mantienen anclados viviendo en una rampante mediocridad.
Hay una especie de hipnosis colectiva mantenida por muchos elementos que componen las fuerzas de poder mundanas, en la que se nos ha hecho creer que solo los de una raza, condición social, o países determinados pueden triunfar. Creemos, y esa es nuestra falsa visión de la realidad, que valemos por el color de la piel, las cosas materiales que tenemos y el poder humano que podemos adquirir. ¡Qué falso es eso! Satanás, el padre de la mentira nos mantiene así engañados.
Tiene derecho, por lo tanto, a romper el mito creado por miles de mensajes del mundo y suyos que han bajado su autoestima, que va acompañada por palabras negativas como "soy un aburrido, fracasado, torpe, perezoso, feo, perdedor, despreciable y fracasado". Estas palabras se repiten muchas veces en un día y crean una imagen negativa suya.
Tiene derecho a vivir el momento presente, "el ahora" y dejar el pasado de recuerdos ingratos y condicionamientos paralizantes, muriendo a ellos para nacer de nuevo. "Deja que los muertos entierren a sus muertos y ven y sígueme", dijo Jesús buscando la vida que solamente puede gozar en el presente. Goce de su "ahora" pensando que ya es la eternidad vivida fragmentariamente.
A toda experiencia vivida en el "ahora" le puede ver su lado maravilloso: por ejemplo, "estoy hablando con mi madre, qué privilegio encontrarme con quien me dio la vida. Puedo saborear su dulzura: siento el amor que doy y recibo de mi mamá. Capto la belleza del encuentro, pero también su transitoriedad y, por lo tanto, vivo el desapego: algún día ella se irá y se puede seguir viviendo. Todos somos necesarios, pero no imprescindibles. Puedo experimentar un encuentro con el Ser, con Dios, a través de esa relación. Dios está en mi madre. "Puedo unir todas esas experiencias en un solo encuentro y eso es la felicidad.
Usted tiene derecho a reclamar los momentos que Dios le regala y que el espíritu del mal le quiere arrebatar. Pídale al Señor le dé fuerzas para realizarse plenamente en la vida, ya que con Él usted es invencible.