EDITORIAL
Yerros policiales
Panamá hay varios tipos de policías. Están los que se educaron durante la dictadura militar, y en su formación tienen muchos ingredientes castrense, lo mismo que alta dosis de orientación política y estratégica. Los policías de mayor tendencia civilista también han entrado en escena, a quienes se les ha configurado en una academia que pone mucho énfasis en el tema de los derechos humanos y la orientación ciudadana. A estos últimos no se les refuerza con denuedo en el aspecto disciplinario (al menos no tanto como a los de catadura militar) ni en la importancia de su aspecto físico. Por último enumeraríamos a los policías investigativos, quienes integran la PTJ, sacados de la masa de bachilleres que anualmente entran al mercado laboral, y a quienes se le forma en criminología, derecho y el culto al sigilo.
Dentro del grupo de los uniformados se saca periódicamente a los más destacados para las labores de inteligencia (algo así como un espionaje criminológico), y se les enrola en las filas de la Dirección de Investigación e Información Policial, DIIP, un híbrido sin mucho sustento legal que existe entre la Policía Técnica Judicial y la de prevención, es decir, la que usa uniforme.
En manos de estos dos grupos -ambos dirigidos por civiles salidos de los partidos políticos, en este caso el Arnulfista- están los panameños. En ocasiones anteriores, era frecuente la "guerra" entre bando y bando, disputándose el mercado de los arrestos, sobre todo en materia de drogas, y cuidando cada uno el volumen de información que manejaban. Hoy, aparentemente, esas disputas a nivel de los directores, desaparecieron, pero se nota cierta fricción de los cuadros operativos.
Pues bien, con el asesinato del cónsul Manuel Ciérvide Lacayo, estos dos grupos se lanzaron a la calle y en menos de una semana metieron a la cárcel a todo asesino y ladrón que se encontraba prófugo. Atraparon a muchos sospechosos, y allanaron casa por casa los lugares donde se supone se refugian los malandrines.
Lo que se espera de ellos en tiempos normales, lo hicieron ahora azuzados por un caso que involucra a un amigo muy cercano de la presidenta Mireya Moscoso. Si no fuera por eso, los asesinos, ladrones y malandrines todavía estuvieran sueltos.
Sin embargo, todos esos arrestos y allanamientos se originaron por el testimonio de un testigo que ahora dice no haber visto lo que la PTJ dijo que vio, y añade que lo sobornaron para que señalara como responsables a dos fulanos muy conocidos en el mundo del hampa. ¿Quién miente? ¿Algún día se sabrá la verdad? ¿Quién está ocultando algo? ¿Por qué? ¿Qué hay detrás de este cruel asesinato? ¿Están los políticos involucrados?
Con tantos policías en el caso, los de formación castrense, los civilistas y los de la PTJ, todos dirigidos por políticos partidistas y no por verdaderos técnicos, parece que los panameños nunca tendremos estas respuestas.
PUNTO CRITICO |
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