Al reunirnos los graduados del Instituto Nacional en febrero del año cincuenta y nueve ocurren cosas distintas, según sean los años que han pasado. En los primeros diez años se hablaba de matrimonios y los hijos. Orgullosos padres mostraban fotos de sus retoños. También se mencionaban los estudios que hicieron.
Al llegar a los veinte años aparecieron los celos profesionales. La política rondó algunas reuniones, pues se estaba al comienzo de la madurez profesional. Aparecieron los divorcios y nuevas uniones.
Cuando se llego a los treinta años de graduandos, el tema de las pocas reuniones fue los compañeros muertos y los nietos. La llamada "abuelazón" estaba en su apogeo. Además se comentaba sobre "que bien que se ve fulano(a), y "mira a zutano se le cayó el cabello y estas panzón".
El sábado veintisiete de octubre unos treinta "aguiluchos" de mi generación nos reunimos, luego de años de no juntarnos.
Como tema principal estuvo el comentario "�supistes que se murió fulano?, zutano luego de trabajar en el extranjero toda su vida, ahora regresa a Panamá", y ...las jubilaciones!.
Aunque Uds. No lo crean, otro tema que circulo en voz baja entre los ex institutores de sesenta y seis y sesenta y siete años fue el de las "medicinas para mejorar el rendimiento sexual".
Sin ninguna pena, como compañeros de aulas que fuimos hace cuarenta y ocho años, muchos varones aceptaron que usan y necesitan tales "refuerzos" pues están activos en esos asuntos.
No podían faltar los piropos de ambas partes. "Estas igual y mejor que antes", se les decía a "chicas" que asistieron al almuerzo.
"Tú no has cambiado casi nada", repetían algunos de ellas con cierta picardía que no tuvieron cuando estaban en los diecisiete años.
Hubo asombros como es lógico suponer. Una compañera estaba orgullosa de tener una nieta de veintiséis años. "Es que ella se casó temprano", comentaron varios.
Lo profesional rondaba las mesas. Varios estaban jubilados, otros juraban que "nunca pienso jubilarme". Al saber que a quien le llamaba "frente de papa" era un serio Embajador en Sur América, me asombré. Pocos hablaron de sus enfermedades.
Igual ocurrió con otro, ahora flamante funcionario en la OEA y a quien muchos consideraban que "estaba ñame".
Con muchos fotos y promesas de reunirnos otra vez, termino el emotivo acto. Confieso que me agradó saber que varios leen estos escritos. El de hoy se lo dedico a los próximos bachilleres panameños.