Considerar al presidente Ricardo Martinelli como un "dictador" es una afrenta para más del 60 % de los panameños que votaron por él en los comicios de mayo de 2009 y para "dictadores con casta" como los militares Omar Torrijos Herrera y Manuel Antonio Noriega.
Incluso pecando de osado, me atrevería a afirmar que varios presidentes que antecedieron al líder del "Crazy Team" cometieron muchas más injusticias en contra de los trabajadores y de las clases necesitadas, pero por ninguna mente macabra pasó la idea de distinguirlos con el título de dictadores.
La eliminación de las "jubilaciones especiales", la privatización de empresas estatales y la destitución de los controladores aéreos fueron algunas de las medidas dictatoriales aplicadas durante la administración de Ernesto Pérez Balladares, pero nadie se atrevió a insinuar por temor a represalias que el "Toro" era un dictador.
El ex presidente Martín Torrijos pudo haber sido considerado un "dictador" con su proyecto de Reforma a la Caja de Seguro Social (CSS), el cual provocó protestas y represiones en el país de profesionales de la salud de esa entidad de seguridad social, así como de estudiantes, sindicalistas y educadores. Pero Torrijos no calificó.
Frente a esta realidad histórica, a Martinelli el "smoking de dictador" le queda grande. Le faltan muchos semestres para doctorarse.
Martinelli, en 15 meses de gestión, no ha responsabilizado a sus enemigos políticos por los problemas del país, lo que sería una excusa perfecta, para que un dictador se justifique por las promesas incumplidas en campaña.
Para disminuir la influencia de la oposición al régimen y quitarle identidad al país, un dictador cambia e introduce nuevas leyes y modifica algunos símbolos patrios, como el escudo. �Gracias a Dios, en Panamá los dictadores son una especie en extinción!
