Con el ex primer ministro Dominique de Villepin en el banquillo y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, como acusación civil, comenzó ayer en el Tribunal Correccional de París el juicio por uno de los mayores escándalos políticos en Francia.
Los jueces tratarán de aclarar quién y por qué se creó una lista falsa de personalidades, en la que figuraba el propio Sarkozy, con cuentas sospechosas en la entidad financiera luxemburguesa Clearstrem, nombre con el que se ha bautizado el caso.
La instrucción ha desvelado indicios que apuntan a que el ex primer ministro estaba al tanto de la existencia de dicha lista y, según la acusación, no hizo nada al respecto consciente del daño político que podía acarrear a su entonces rival para las presidenciales de 2007 y ahora presidente.
De ahí que De Villepin figure entre los cinco acusados en esta causa por "complicidad en denuncia calumniosa, complicidad en el uso de documentos falsos, ocultación de robo y ocultación de abuso de confianza".
Sin embargo, el ex primer ministro siempre mantuvo que es inocente y que todo esto responde a una maniobra de Sarkozy para desacreditarle.
Al llegar al Tribunal, reiteró que se encuentra en esta situación "por la voluntad de un hombre, por el ensañamiento de un hombre, Nicolas Sarkozy.