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Una nueva Oportunidad

Romulo Emiliani | Monseñor

El Evangelio nos presenta el gran mensaje de que hay una nueva oportunidad para todos y cada uno de nosotros. En el Evangelio aparece la figura de un centurión romano o sea, un hombre que no tenía la fe de Israel. Pero él creía en Cristo y su fe la tenía que vivir a escondidas, porque como romano tenía que guardar el principio y obedecer y hasta adorar al César, como si fuera un dios. Entonces, aceptar a Cristo como un profeta era peligroso para él, pero aceptarlo como el Salvador era mucho más arriesgado.

El centurión mandó a rogar a Jesús que sanara a su criado a quien quería mucho y se encontraba moribundo. Cristo, que vio que era un soldado romano y no era común que un hombre de estos se le acercara, le dijo que iría a su casa. El soldado mandó a decir que no era necesario que fuera a su casa, porque una sola palabra suya bastaría para sanarlo (Lc.7, 6-7). Cristo no fue a la casa del centurión, pero hizo el milagro a la distancia.

Este centurión romano, más que los fariseos que se creían muy puros, se consideraba impuro. El fue más humilde y confió en que una sola palabra del Señor bastaría para que su criado sanara. El creyó que Cristo tenía todo el poder. �Tremenda fe la de esta hombre! Jesús quedó maravillado, manifestando que ojalá en Israel hubiera gente con tanta fe como ese señor (Lc 7, 9). Los que son llamados y elegidos muchas veces pierden la fe, pero ese gentil, ese pagano tenia más fe que muchos israelitas. Tremendo reproche que hace Jesús a lo largo de la historia de la Iglesia, porque en muchas ocasiones los que supuestamente somos elegidos o llamados tenemos menos fe que otra gente.

A partir del milagro de Cristo, nos imaginamos que este centurión cambió su forma de vivir. El tuvo la tremenda y única oportunidad, que es la misma que tenemos todos y que solamente nos la ofrece Cristo. �Para qué? Pues, para cambiar y ser mejores. El Señor, misericordioso y bueno, es quien tiene toda la fuerza y el poder. Cristo siempre deja una puerta abierta para que nos encontremos con El y solucionemos los problemas que más nos agobian. Cristo tiene la Palabra salvadora. El lo dice: "Vengan a Mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas y Yo los haré descansar" (Mt 11, 28).



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