Ante las situaciones más duras de la vida, el ingenio humano siempre se pone a prueba, y por lo general sale adelante.
Y no hay nadie más ingenioso que los niños. En el poblado de San José Pobre, del distrito de Portobelo en la costa colonense, este grupo de niños decidió que quería practicar baloncesto, y con un aro viejo y oxidado que consiguieron y clavaron a un árbol, ahora podrán jugar a que son Allen Iverson o LeBron James.
Lamentablemente, se trata de una comunidad olvidada por las autoridades, y cuya juventud no cuenta con campos para jugar y alejarse de los vicios.