De joven muchas veces me dijeron que había que hacer un examen de conciencia diariamente, como todo joven ingenuo pensaba: "curas ridículos, qué examen ni que nada". Pero ocurre que pasan los años y leo las conclusiones del mayor simposio de profesionales del comportamiento humano, donde expresan que el hombre necesita hacer diariamente su examen de conciencia. Sólo entonces comprendí que aquellos curas de mi juventud no eran tan ridículos nada como yo creía y no se trata de religiosidad, sólo se trata de pura salud mental.
Que no nos dé miedo mirarnos interiormente sin importar lo que encontremos, aunque muchos somos calvos, bajitos y barrigones con traumas que debemos superar por que sólo disfrutaremos del cielo, si hemos conocido el infierno.
Qué dificultad tenemos para detenernos diariamente a analizar lo bueno que hicimos hoy para repetirlo mañana, cuántos complejos de culpa evitaríamos y cuantas faltas no se cometerían.
Qué simple es pedir perdón al ser supremo de cada uno de nosotros y además perdonarnos a nosotros mismos y también a los demás. Inténtalo y verás cómo se siente un gran alivio pudiendo dormir tranquilos. Lo que hacemos es un mantenimiento diario a la máquina más importante de todas: nuestra mente.
Esto es muy sencillo; lo que pasa es que no hemos entendido la necesidad de interiorizarnos, de buscar con afán al ser supremo que habita dentro de nosotros.
Yo cambio y la vida también cambia de color, a pesar de las dificultades, y entonces todo se ve diferente y entonces toda cambia. Un gran maestro que hace casi dos siglos pasó por estos lares, dijo: "Pedid y se os dará, tocad y se os abrirá, buscad y hallaréis, porque al que toca, le abren y el que busca, encuentra.
