El periodismo azteca sufre en esta hora la más violenta arremetida que jamás haya golpeado a los trabajadores de la pluma en América Latina: 93 comunicadores sociales y 4 trabajadores de la prensa asesinados en los últimos 27 años se inscriben en las estadísticas macabras con las que se busca acallar el derecho que tienen los periodistas mejicanos a informar sobre la vorágine espantosa que vive el hermano país.
Los reportes de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) arrojan un total de 67 asesinatos y 12 desapariciones forzosas de comunicadores sociales y trabajadores de la prensa, ocurridas en un lapso de doce años.
En un comunicado hecho público en Internet, FELAP asegura que Méjico continúa en el primer lugar en el mundo en asesinatos, desapariciones forzadas y demás atentados y agravios contra los trabajadores de la prensa, incluso por encima de Irak.
El atentado alevoso contra quienes tienen en la palabra una herramienta de trabajo es tan virulento y de tal alcance que, desde que se inició el actual Gobierno federal, se asesina a un periodista cada mes.
Aparte de denunciar ante la faz mundial la represión contra sus colegas, los periodistas mejicanos agremiados en esa corporación se quejan de la impunidad que cubre a los criminales y piden justicia en un país donde la violencia avanza despiadada y sin visos de detenerse.
Arrinconados en una lucha que libran los carteles de la droga y las fuerzas de seguridad del estado, a los periodistas de Méjico les quedan dos alternativas: informar (que en consecuencia es también denunciar) o callar, y valientemente, fieles a los principios éticos que norman el oficio de escribir, han desechado la vía del silencio para cumplir la sagrada y noble misión que les han encomendado la sociedad y la historia.