Irak vivió ayer su peor oleada de violencia en lo que va del año, tras una serie de atentados explosivos y ataques contra puestos de control de la Policía y el Ejército que dejaron al menos 100 muertos y decenas de heridos en diversas zonas del país.
En el atentado más sangriento del día, un atacante suicida se hizo volar con explosivos entre una multitud que asistía a las víctimas de dos automóviles bomba que habían estallado antes frente a una fábrica textil en la ciudad chií de Hilá, al sur de Bagdad.
Al menos 45 personas murieron y 140 quedaron heridas, dijeron el portavoz de la Policía provincial, mayor Muthana Jalid, y el director del Hospital General de Hilá, Zuhair al Khafaji.
El Gobierno responsabilizó de la oleada de violencia en Bagdad al brazo de al-Qaida en Irak y afirmó que la organización terrorista ha intensificado sus ataques para causar inestabilidad política.
Cuando han transcurrido dos meses después de las elecciones del 7 de marzo, no está claro quién controlará al próximo Gobierno iraquí, mientras Estados Unidos contempla retirar en los próximos cuatro meses a la mitad de sus 92.000 efectivos desplegados en el país.
En la serie más reciente de atentados y ataques, tres bombas estallaron por la tarde en la ciudad portuaria chií de Basora, al sur de Irak.
Al menos una bomba estalló en un mercado y causó al menos 15 muertos, dijeron autoridades de la Policía y de un hospital.
Los hechos de violencia dieron inicio en la capital, donde al menos 10 personas perecieron en lo que parecían ataques coordinados contra puestos de control de la Policía y el Ejército en Bagdad. Tanto chiíes como suníes fueron blanco de los ataques en el país.
Más temprano ayer, funcionarios dijeron que al menos 10 personas murieron en ataques alrededor de la capital iraquí, en los cuales el blanco eran agentes de Policía y miembros del Ejército.
La mayor parte de la violencia fue provocada por hombres armados desde vehículos en movimiento, dijeron los funcionarios.