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Por: Jorge E. Ruiz | Periodista

Nos referíamos el sábado pasado al anteproyecto de ley por medio del cual se pretende aprobar la Ley que regularía las actividades de intermediación financiera de las cooperativas y se crearía la Superintendencia de Cooperativas Financieras.

Según el anteproyecto, el propósito es de que se cumplan con "los objetivos económicos y sociales y garanticen a los asociados, la más eficiente y segura administración de sus recursos"

Una loable finalidad a la cual no habría porqué oponerse, toda vez que lo que se desea es ejercer un mejor control, mediante la supervisión de las actividades financieras.

Se argumenta, que sin ese control, países como Colombia, Perú y Costa Rica han experimentado descalabros financieros en el sistema cooperativo.

En Panamá, al inicio de la discusión del anteproyecto, uno de los argumentos en contra y que debe ser tomado muy en cuenta por los que lo apoyan, gira en torno a la desconfianza.

Desconfianza, porque surge el fantasma del BANCO FEDPA, S.A. y los 22 millones de dólares que perdieron las cooperativas, sin que nadie haya resultado culpable y menos sancionado.

Desconfianza, porque algunos gerentes de cooperativas de ahorro y crédito que han sido despedidos y demandados por haber cometido supuestos delitos, han sido absueltos por esas injusticias de nuestra justicia. Una vez absueltos, han contrademandado a las cooperativas, ganando el pleito y las cooperativas han tenido que pagar altas sumas de dinero.

Desconfianza, porque según el anteproyecto de ley, "la supervisión y vigilancia de las cooperativas que realicen actividades de intermediación financiera y de los organismos cooperativos que son propiedad de estas cooperativas, corresponde a la Superintendencia de Cooperativas, la cual podrá delegar dichas funciones".

Y porque para ser Superintendente, sólo se necesita, entre otras cosas, "ser ciudadano panameño, no haber sido condenado por autoridad competente por delito doloso, ni por delito culposo (el subrayado es nuestro) y poseer título universitario y experiencia mínima de siete (7) años en el sector cooperativo de intermediación financiera o en otras afines a esta actividad.

Nada impide entonces, se piensa, que elementos que todos conocemos, pero que continúan dentro del sistema cooperativo, opten por la Superintendencia o por ser directivos de ella.

No hay que ser pesimistas, pero sí realistas. En el movimiento cooperativo se han dado muchos casos de corrupción y se debe estar alertas.

Compartimos la desconfianza, pero como siempre hemos dicho, diremos y luchamos contra ello, en las cooperativas, igual que en toda organización, somos los asociados los que escogemos a los directivos, si hacemos malos escogimientos, por amistad o quien sabe por qué otros intereses, la culpa es nuestra. Los principios y valores del cooperativismo deben ser el Norte que guíe nuestras acciones.



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