Un padre debe ser eso: un padre a carta cabal, pero algunos desafortunadamente no asumen su rol.
Cumplir con su rol es responder a la función que le es encomendada. Es además el papel que desempeña una persona o grupo en cualquier actividad.
Todos en esta vida tenemos un rol que cumplir, ya sea de padres, hijos, nietos, hermanos o cristianos, no obstante, existen otros tipos de roles sociales que adquirimos. Uno de ellos está en el ámbito laboral. Ser jefe no es solo de palabra, el hombre debe desempeñar una serie de reglas inherentes al cargo.
Hasta aquí todo está claro, pero no para algunas personas con talento de sobra, pero con altas carencias para administrar un equipo.
Esas personas participan de los encuentros interactivos del grupo donde emergen ideas y aportes positivos para mejorar el funcionamiento de todos los equipos de trabajo, pero desafortunadamente se esconden en escudos en forma de NO que les impide quitarse las escamas de los ojos las cuales boquean la amplitud de la idea que se persigue, que es en este caso llegar a ser excelentes.
Las recomendaciones del equipo son contestadas forzando las cuerdas vocales, instrumento por medio de las cual se generan sonidos que nos permiten ser escuchados.
Negarse a cumplir objetivos grupales es negarse a sí mismo el deseo de ser mejor. Es echar a la basura la integridad profesional ganada con los años. Es como una especie de enanismo mental, síndrome del que padecen los que han sido excelentes trabajadores y comienzan a dormirse en el lodo sucio de la indiferencia manifiesta.
Según los analistas, 9 de cada 10 personas que se niegan a cumplir con los objetivos es porque tiene un problema que no ha querido manifestar, pero sólo muy pocos casos logran aceptar las recomendaciones y se suman con una dosis de positivismo sano que el grupo aplaude.
Si usted es una o uno de estos ciudadanos, recapacite porque está enlodando su cerebro con basura orgánica que no le hará ningún bien en su vida profesional y personal.