El presidente Ricardo Martinelli hizo una serie de anuncios importantes sobre su plan quinquenal de gobierno, resaltando entre ellos la entrega de uniformes, útiles y textos escolares a unos 800 mil estudiantes para garantizar la educación gratuita a los jóvenes de hogares con pocos recursos.
La Constitución señala que la educación es gratuita, pero esto no se ha cumplido, ya que la deserción de los estudiantes es el resultado de la carencia de capacidad económica para enfrentar los gastos que trae consigo el proceso académico.
Si a lo anterior agregamos la entrega de las becas universales, se estaría garantizando mucho más la asistencia, de manera permanente, de los estudiantes e incrementando sus posibilidades de obtener el título de escuela secundaria.
Si sumamos los útiles escolares, los zapatos, la ropa y los textos, estaríamos hablando de un cálculo aproximado de 600 balboas para aquellas familias con cuatro hijos en el colegio, lo que equivaldría a casi seis meses del ingreso familiar y, por lo tanto, el sacrificio de algunas de las necesidades básicas como la alimentación.
Las limitaciones económicas familiares obligan a los jóvenes a abandonar las aulas de clases y de allí es corto el camino hacia las pandillas y las actividades ilegales, mientras que a las muchachas puede conducirlas hacia los embarazos no deseados.
El mercado laboral requiere de mano de obra calificada y necesita que el estudiante culmine sus estudios con una sólida formación académica para que así pueda aspirar a una carrera universitaria o técnica que le convierta en un individuo con mayor capacidad productiva.
Si analizamos el anuncio del Gobierno nos daremos cuenta de que es la mejor inversión en el sector social y que el impacto de estas iniciativas hará reducir los niveles de delincuencia entre los menores.
Los beneficios para la sociedad son incalculables, porque por fin se hará justicia a la juventud y se pondrá una barrera gigantesca, a quienes pretenden convertirse en millonarios a costa de la tragedia del pueblo.
