EDITORIAL
El último domingo
El año 2002, con todas sus tragedias y caídas de la moral, llegó a su fin. Este es el último domingo de los cincuenta y dos que trajo este período. Como en cada una de las ocasiones anteriores, este diario intenta hoy ofrecer a sus leales lectores una panorámica más optimista de los hechos que acaecen en esta patria noble.
Sin embargo, en muchas ocasiones la realidad es superior a las buenas intenciones. Hoy por ejemplo, el último domingo del año nos trae noticias trágicas, y demostraciones funestas del mal corazón de los políticos que se están apoderando de las primeras planas.
Aún así nos toca aprovechar este día para hacer un profundo análisis de nuestras vidas. Si bien es cierto que muchas de las situaciones que hoy nos agobian como sociedad -seguridad pública, un endeble sistema judicial, aumento inclemente de los impuestos, pobreza y desempleo- es consecuencia directa del zigzagueo de nuestros gobernantes, también hay que aceptar que cada cual en Panamá se va construyendo su propio destino.
Muchas veces, nos metemos por nuestro propio pie en un callejón sin salida. Estrechos pasadizos que nos llevan al desempleo, pero por falta de estudios y crecimiento profesional; o a la cárcel, por permitir los padres que sus hijos se hagan de malas compañías; o a barrios marginales, porque hemos sido incapaces de aprovechar las pocas oportunidades que nos dio la vida.
No es que en este momento estemos soslayando la gran responsabilidad que han tenido los políticos en el descalabro socioeconómico de la nación panameña. Durante los últimos cien años, Panamá ha sido deshilachada por la rapiña de los partidos, tantos y con tan variados nombres que no vale la pena el ejercicio de nombrarlos. Pero detrás de cada uno de ellos ha estado siempre el mismo tipo de gente, esos que han construido sus fortunas a base de la política mal concebida y practicada.
Eso lo tenemos en cuenta. Sin embargo, vale la pena recordar que también la vida que hoy llevamos muchos de nosotros, es producto de nuestra propia cabeza. Hemos sido cada uno de nosotros quienes hemos apostado equivocadamente por un estilo de vida, un vicio, una manía, o una carrera. Debemos aceptar eso, y de ahí en adelante rectificar el camino.
Si cada uno de los panameños aprovecha cada uno de los días de su vida para tomar las decisiones adecuadas, y se va construyendo una personalidad sin fisuras, mañana tendremos una sociedad que no necesitará de los políticos para caminar, sino para una simple y rutinaria tarea de administración.
Aprovechemos este último domingo para pensar en cada una de nuestras vidas, y cómo podemos levantar nuevos templos. Y pensemos en Dios, que él siempre escucha.
PUNTO CRITICO |
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