EDITORIAL
Año trágico y violento
Escasas jornadas nos separan
de la terminación del año 1998, y el balance de los acontecimientos
ocurridos en él, permite afirmar que concluye un ciclo trágico,
donde la conjunción de eventos dolorosos, abusivos, de ofensas, ganaron
titularidad y dieron negativo sentido al descalabro que domina la vida panameña
en la actualidad.
El calendario que concluye supera con exceso los dígitos históricos
de las muertes violentistas ocurridos en el país; en especial, los
fallecimientos causados por accidentes viales, cuando las estadísticas
ofertan más de quinientas veinte defunciones, resultantes de la generalizada
irresponsabilidad y la tolerancia permisiva, en el manejo vehicular en calles
y carreteras.
La delincuencia homicida, como señalara comunicación oficial
de la Policía Nacional, supera anteriores registros y coloca al pandillerismo
en cúspide, dominando los arrabales en el predomino de sus actividades
malignas.
Los actos de propia muerte; los suicidios incrementaron sus frecuencias
y mostraron una relación estrecha entre desdicha personal y calamidades
materiales, causales que soportan las decisiones censurables que los actores;
relievando, con especial acento la región azuerense.
Los actos de Dios; las calamidades de la naturaleza unieron sus efectos
malsanos con inundaciones en múltiples lugares de la geografía
nacional, repartiendo luto y dolor en familias humildes; mientras incursiones
armadas de malhechores foráneos en la región darienita sembraron
alarmas e inseguridad en esas latitudes fronterizas.
Las reclamaciones reiteradas; sostenidas; de ciudadanos carentes de techo
donde morar; en búsqueda de una vivienda donde asentar sus familias,
fueron reprimidas, poniendo de manifiesto la improvisación y la demagogía
de ciertos despachos públicos, responsables de tales quehaceres.
Las luchas ciudadanas contra la descabellada decisión de trasladar
las celebraciones de las efemérides patrias, medida dirigida a favorecer
intereses pequeños de inversionistas hoteleros y de servicios; así
como la oposición a la privatización de el IDAAN, llenó
de violencias las calles panameñas. La represión policial,
en la coyuntura de una infantil y estrecha interpretación burocrática,
violentó la autonomía universitaria, con secuelas de heridos,
detenidos y reclamaciones judiciales.
Al finalizar el año trágico de 1998, crece en el seno popular
preocupación fundamentada en la proximidad de los comicios electorales
que renovarán las autoridades de elección; evento donde se
exitan las pasiones y se obnubilan las razones; motivos por el cual se impone
afirmar tolerancias, el respeto y la altura en los discursos, las ideas
y las propuestas.


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