Han pasado 16 días desde que empezó la turbiedad más fuerte en la historia de la Potabilizadora de Chilibre y todavía no hay visos de que termine. Esto mantiene a cerca de la mitad de la población de la ciudad de Panamá con problemas de suministro de agua potable.
El Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (IDAAN) ha enfrentado esta emergencia de forma diligente, hay que reconocerlo, a pesar de las quejas de las comunidades afectadas por el racionamiento del líquido.
Se ha tomado una serie de providencias con la cooperación de la Autoridad del Canal de Panamá para enfrentar una crisis totalmente inédita en esta materia.
Sin embargo, hay un tema del cual nadie ha hablado y que en definitiva es el que ha causado este problema. La deforestación intensa que se registra en las riberas del río Chagres y demás afluentes del lago Alajuela pone en peligro el suministro de agua potable a más de un millón de personas.
Es una práctica que avanza desenfrenadamente y que nadie ha podido controlar. Pero este no es el único peligro que se cierne sobre los principales afluentes de Chilibre, la contaminación de materias fecales por la presencia de fincas ganaderas y porcinas río arriba, también es una realidad comprobada.
Las autoridades vinculadas al tema tienen la obligación de frenar estas dos actividades. La crisis que enfrentamos en la actualidad es apenas un signo de lo que puede venir, si no tomamos de manera urgente las medidas que nos exige la situación.