El tradicional clima navideño está regresando a la ciudad donde nació Jesucristo. Belén fue azotada por una ola de violencia cuando hace cuatro años comenzó la revuelta palestina en los territorios ocupados por Israel.
Los extremistas combatían a las fuerzas israelíes en las calles de la ciudad.
La Navidad del 2004 es una historia distinta. Después de años en los que los peregrinos cristianos no vieron ni una señal de paz allí, ahora comienza a revivir la industria turística, que alguna vez fuera el pilar de la economía de Belén.
Los palestinos se atreven a creer nuevamente en la paz tras la muerte de Yasser Arafat, mientras florecen las posibilidades de que se reanuden las conversaciones para la creación de un Estado palestino entre el sucesor moderado de Arafat e Israel.
"No creemos que Arafat fuera un obstáculo para la paz, como decía Israel, pero tenemos la esperanza de que vendrán tiempos mejores con Abu Mazen a cargo", dijo Epiphany Tabash, un vendedor de souvenirs.
"Ya hemos tenido suficiente guerra, destrucción y aislamiento", exclamó.
Después de un año en el que no se produjo derramamiento de sangre, y sin tropas israelíes en las antiguas calles, en la bíblica ciudad cisjordana se vive un clima más relajado.
El espíritu y la actividad de la Navidad están en un nivel que no se veía desde 1999, el último año de relativa paz.
El Hotel Belén, el mayor de la ciudad, ya no tiene habitaciones libres para la Nochebuena. El Hotel Paradise recientemente volvió a abrir sus puertas tras haber sido dañado por las municiones de tanques israelíes.
Alentados por el retorno de la calma, los peregrinajes a Belén aumentaron más del 50%, a 100.000 personas en los primeros 11 meses del 2004.
A medida que se acerca la Navidad, los grupos de visitantes, incluyendo a rusos, italianos y nigerianos, han aparecido en la Plaza del Pesebre.
"Definitivamente, existe un clima de reconstrucción. Pero no hay que olvidar que los israelíes aún nos rodean", dijo el alcalde Hanna Nasser.
Política aparte, la ciudad embellecerá la Plaza del Pesebre con un árbol de Navidad grande y adornos festivos.
Belén aún tiene un largo camino por recorrer antes de recuperar la prosperidad que gozaba antes, una bonanza alimentada por los peregrinos.