Cuando uno recibe un regalo, uno se da cuenta inmediatamente si nuestro benefactor se tomó el tiempo de averiguar nuestros gustos, y si realmente quería causarnos una buena impresión, independientemente del precio del obsequio.
Asímismo, cuando se recibe un regalo que fue hecho de mala gana, uno se da cuenta inmediatamente al abrir el papel. Eso si es que tiene papel, porque hay gente tan falta de espíritu navideño, que dan regalos con el papel y la cajeta achurradas, que se nota a leguas que lo sacó de un regalo ya abierto y reempaquetado.
Otra cosa que se nota de salida c cuando se abren los regalos es que fueron comprados a la carrera, y por compromiso, no por amor o tan siquiera el más mínimo aprecio personal.
Así que si usted es una de esas personas que piensan que regalar "cualquier cosa" va a ser bien recibida por el destinatario, mejor guárdese su dinero, porque lo que va a causar es que decaiga su imagen como persona.
Cuando se reciben regalos, nadie se fija en el precio, ni el envoltorio, sino en que está recibiendo un mensaje genuino de amor o afecto. "Lo importante es el detalle", dice la gente.
¿Pero qué es el detalle? Es esa sensación de que quien nos regaló se tomó el esfuerzo de averiguar qué es lo que realmente nos gusta y nos apasiona. Cuando nos dan un buen regalo, no sólo recibimos un objeto material, sino un mensaje de afecto y de que nuestro benefactor nos conoce o quiere conocernos sinceramente, y desea hacernos sentir bien.
Cuando recibimos un regalo malo, no se puede pensar en otra cosa que a quien nos regaló no le importa con nosotros. Tan sencillo como eso.
Así que no hagamos regalos hipócritas, porque no estamos engañando a nadie.