|
El pobre no es gente dice un viejo refrán. ¿Quién iba a pensar que tres niños inocentes, a falta de una piscina donde recrearse sanamente, encontrarían la muerte sepultados, mientas se bañaban en una noria a un costado de uno de los puentes en construcción del Corredor Norte, en la barriada Torrijos Carter de San Miguelito? Esto es una falla técnica, falta de prevención de la empresa constructora PYCSA y negligencia en la supervisión de parte de los técnicos del Ministerio de Obras Públicas.
Si hasta los propios vecinos habían advertido sobre la vulnerabilidad de la construcción, agravada por los torrenciales aguaceros que cayeron en los últimos días, ¿por qué no había en los alrededores señales de advertencia que impidieran el acceso de personas al área?
Más que dar lamentaciones y condolencias, ahora el gobierno tiene la obligación de emprender una investigación exhaustiva y profunda que conduzca a establecer responsabilidad y a subsanar el daño físico y emocional que se le ha causado a cuatro familias, aunque sabemos que la vida de estos niños nadie se las podrá devolver.
Siempre sostuve que este tipo de obras que conllevan movilización de maquinaria pesada y grandes movimientos de tierra, no deben empezar hasta que la servidumbre sea completamente saneada y los residentes en el área del proyecto, recompensados y reubicados en su totalidad.
Hoy, nos encontramos con una experiencia traumática y dolorosa que bien pudo ser evitada tomando las previsiones correctas. Esta empresa (PYCSA) de capital mejicano, también está siendo denunciados por desconocer el ordenamiento laboral del país, y es hora que se pongan las cuentas claras.
|
