La tecnología no ha podido suplantar la mano del hombre, ello es evidente en regiones campesinas, como quedó demostrado en la Comunidad de La Colorada de Los Santos, donde hace aproximadamente un mes se vienen realizando juntas para cortar arroz.
La Junta de cortar arroz, desde mediados de noviembre, se convierte en un asunto de todos los días y se debe a que la gran mayoría de las personas tiene en sus terrenos, cierta cantidad de arroz sembrado para su sustento diario.
Eudocio "Pany" Pérez es uno de esos agricultores y para este año sembró cuatro hectáreas, con el fin de obtener arroz para todo el año.
Según Pérez, el costo de su sembradío de arroz es de 250 dólares aproximadamente, ya que los fertilizantes han subido un poco, producto del alto costo del combustible.
Comercialmente no se gana mucho dinero, pero para estos productores, hacer la junta de cortar arroz es una manera de seguir conservando las tradiciones, ya que en el interior, desde niños se aprende esta faena.
Cabe señalar que esta tradición es muy autóctona, no ha cambiado en nada a lo que se hacía en décadas atrás, ya que para cortar el arroz se utiliza una cuchilla, que es una hoja de metal adherida de un palito y se agarra entre la palma de la mano y los dedos.
Poco a poco los convidados (invitados) van cortando las espigas de arroz, hasta hacer una manotada, la cual se amarra con una liga de caucho, que generalmente se saca de llantas de automóviles.
Estas manotadas se colocan en grupos y luego son transportadas por medio de una carreta hacia el lugar escogido para formar el llamado "comején" (es un cerro de manotadas de arroz, una encima de la otra).
Un sentimiento de Amistad, de compañerismo y de cooperación es lo que se puede palpar al asistir a una junta de cortar arroz. Por ejemplo, en la Junta de Pany Pérez fueron aproximadamente más de 200 personas, entre agricultores y señoras que se dedican a lo que es la comida.
Es una faena bien grande el hacer una junta de cortar arroz y prueba de ello es la gran cantidad de comida que hay que hacer.
Pérez, para alimentar a todas las personas que lo acompañaron en la junta, tuvo que matar dos vacas y hacer dos quintales de arroz (200 libras), hacer chicha de junta, bollos para comer con bistec en el desayuno, comprar dos sacos de maíz para la sopa y una gran cantidad de guisos y verduras.
Para concluir, es importante destacar que en una junta santeña no falta el aguardiente, los voladores y la música, ya que los tambores y el acordeón deben resonar en todo el arrozal.