"Habían transcurrido muchos años.... Modesta no lograba recordar las palabras de amonestación de su madre... en su niñez.... "Una boca menos en la casa era un alivio para todos."
"... Después, abruptamente, se hallaba ante una enorme puerta con llamador de bronce.... Era la casa de los Ochoa: don Humberto...; doña Romelia, su mujer; Berta, Dolores y Clara, sus hijas; y Jorgito, el menor....
"Doña Romelia la condujo a la cocina. Las criadas recibieron con hostilidad a la patoja....
"-... Los señores... son muy delicados. Pero con el niño Jorgito se esmeran. Como es el único varón...
"Modesta y Jorgito tenían casi la misma edad. Sin embargo, ella era la cargadora, la que debía cuidarlo y entretenerlo.... Eran inseparables....
"Tal intimidad... a doña Romelia... no dejaba de parecerle indebida. ¿Cómo conjurar los riesgos? ... No se le ocurrió más que meter a Jorgito en la escuela de primeras letras y prohibir a Modesta que lo tratara de vos.
"... Doña Romelia sospechaba algo de los tejemanejes de su hijo, y los chismes de la servidumbre acabaron de sacarla de dudas. Pero decidió hacerse la desentendida. Al fin y al cabo, Jorgito era un hombre, no un santo; estaba en la mera edad en que se siente la pujanza de la sangre.... Era preferible que encontrara sosiego en su propia casa.
"Una mañana... la salera fue a dar aviso a la patrona de que Modesta estaba embarazada.
"Doña Romelia se presentó en la cocina, hecha un basilisco.
"-Malagradecida.... ¿Y qué te creíste?... Tengo marido a quién responder, hijas a las que debo dar buenos ejemplos. Así que ahora mismo te me vas largando a la calle.
"... Modesta buscó el rostro de Jorgito, pero no estaba allí."
En estos pasajes de uno de los cuentos de su obra titulada Ciudad real, la reconocida escritora mexicana Rosario Castellanos describe la primera etapa patética de la vida de su personaje Modesta Gómez.
Gracias a Dios, tales llamados a la conciencia han puesto el dedo en la llaga de esa deplorable injusticia social que tristemente aún se manifiesta a pesar de las siguientes palabras de San Pablo: "Ya no hay... esclavo ni libre, hombre ni mujer.... Así que ya no eres esclavo sino hijo ; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero."