Seamos honestos. Desde hace varios años el tráfico en la ciudad capital es infernal. Insoportable. Y se pone peor aún en este mes de diciembre, en el que todos estamos sacando nuestros ahorros de navidad, cobrando décimo tercer mes y comprando regalos para toda la familia y algunos amigos.
Cuando estamos tras del volante en estos benditos tranques, tendemos a desesperarnos, porque no importa por cuántos atajos y "recovecos" nos metamos, siempre nos encontraremos con una fila kilométrica.
Nos ponemos agresivos, les gritamos a otros conductores, nos metemos a la fuerza en la fila de al lado y obstaculizamos al que quiere hacer lo mismo, hacemos giros indebidos para cortar tiempo y distancias, sonamos el "pito" del auto una y otra vez.
Nuevamente, seamos honestos. ¿Qué conseguimos con esto? No mucho realmente. Sólo aumentamos la posibilidad de que quedemos envueltos en una colisión tonta. Y todos sabemos cuánto tiempo se pierde en una colisión, cuánto se sufre esperando a que lleguen el oficial de tránsito y los empleados de la aseguradora. Todo el día dañado por un choque "pendejo".
Y si seguimos agresivos, podemos quedar agarrándonos a trompadas en plena calle, y luego metidos en una celda. Definitivamente que no vale la pena.
Los tranques vehiculares no se van a ir en el futuro inmediato. Así que mejor mantengámonos tranquilos y en nuestra fila. Para no perder tanto tiempo en la calle, lo mejor que podemos hacer es pararnos bien temprano y organizarnos para que todas las diligencias que tenemos en agenda las terminemos en una o dos salidas máximo.
El apuro trae cansancio. En este caso, cansancio mental. Por lo tanto, ponga en su radio la musiquita más relajante y vaya lento, pero seguro, hacia su destino.