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Doña Olga junto con su hijo Carlos y sus nietas Casandra (izq.) y Karla. (Foto: Micaela Alvarado / EPASA) |
Cuando los recuerdos del dolor percibido durante su primer alumbramiento habían desaparecido de su mente, Doña Olga se presentó a Marcos Robles, de Aguadulce, la noche del 20 de junio de 1976, lista para traer al mundo a su segundo retoño.
Había transcurrido ocho años desde que su primera hija, Dalis Dinora, había nacido. Aún así, casi todo, según contó, fue como la primera vez.
Después de varios minutos de sostener una lucha normal en estos casos y en medio de un apagón eléctrico, los doctores que atendieron el caso en aquel entonces pudieron extraer de su vientre, a eso de las 9: 15 p.m., un robusto niño que pesó 9 libras con 2 onzas y que treinta años después revolucionaría todo un país al firmar el contrato más jugoso para un panameño en el béisbol de las Grandes Ligas. Ese niño es Carlos Noriel Lee López.
"Fue un parto normal, pero difícil para mí, porque él pesó mucho, y ya mi primera hija tenía ocho años", recordó la señora Olga.
UN NIÑO INTREPIDO
Carlos fue un niño muy inquieto. "No había nada que no dañara. Cuando estaba en kinder, la maestra de Educación para el Hogar le dijo que los niños tenían que ayudar a los padres en casa y él vino a limpiar la refrigeradora y me la dañó", señaló entre risas.
A los cinco años, Carlos Noriel representó a Coclé en un torneo de la categoría Bin-Bin, (equipo del IRHE) en un torneo que se hizo en la ciudad capital, y allí fue campeón bate.
ESTUDIANTE Y PELOTERO
Desde niño, Carlos tuvo la habilidad de obtener buenos promedios en la escuela y en el béisbol. "Él fue un buen estudiante. Cuando los vecinos lo veían desfilando con cinta tricolor se asombraban y me decían: "Cómo puede ser que esté en cuadro de honor si siempre lo veían con la pelota en la mano", reflexionó la orgullosa madre, quien es educadora jubilada.
Al momento de la firma, no se le hizo nada fácil decidir, junto con su esposo, si dejaba que su hijo firmara para jugar pelota profesional o siguiera los estudios universitarios. "No me gustaba para nada el pensamiento de que mi hijo firmara. Aquí venían los scout y yo me molestaba, porque decía que me querían llevar el muchacho y yo quería que estudiara", dijo.
"Carlos nos lloraba pidiendo que lo dejáramos firmar y luego muchas amistades nos aconsejaron que le diéramos la oportunidad de irse, pues si no le salía bien el béisbol, al menos le quedaría el inglés.. con eso y ver las ganas de él, aceptamos. Jamás tuve el sueño de tener un hijo en las Grandes Ligas, pero ahora me siento orgullosa de él", enfatizó. "Les aconsejo a las demás madres que les den el apoyo y la paciencia a sus hijos para que puedan lograr sus sueños", acotó.
HUMILDAD, LA BASE DEL EXITO
Tras su ascenso a las mayores en 1999 con los Medias Blancas de Chicago, Carlos Noriel se convirtió de inmediato en una figura pública dentro y fuera de su país. Sin embargo, con el pasar de los años, él mismo ha sabido ganarse el respeto y la admiración de los fanáticos y amigos por la sencillez que aprendió en el seno familiar.
"Siempre le enseñamos la humildad y el respeto, sobre todo, a los adultos", dijo. "Yo todos los días le pido a Carlos que esos millones que ha ganado no se le vayan a la cabeza.. siempre le digo que la humildad va por delante, pues mis padres me criaron así", expresó.
Pese a que Carlos Noriel es el más reconocido de sus tres hijos, doña Olga dice no tener preferencias por ninguno. "Los hijos son pedacitos del alma de uno.. con la hija no tengo problemas de celos. A veces, Carlos Noriel y Carlos Humberto (el hijo más chico) sienten celitos normales, pero yo no les hago caso porque les digo que en mi corazón los tres son iguales", culminó la madre.
Hoy, en el Día de las Madres, rendimos tributo a una ejemplar y sacrificada mujer panameña, que con palabras del corazón, pudo criar a uno de los más grandes deportistas de todos los tiempos en la tierra del canal y la pollera.
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