La época navideña es hermosa. Todos quieren regalar para esperar una sonrisa de alegría a cambio. Eso es lo que motiva a padres a dar lo que sea a sus hijos, sin meditar en lo que regalan. Unos dan dinero, otros ropa, pero la mayoría les gusta dar juguetes. He aquí lo delicado.
Hay padres complacientes que dan lo que el hijo le pida. ¡Quiero una muñeca!, grita la niña y prammmm se la compran; ¡quiero una pistola!, dice el varoncito y pacatán le corren el gusto.
Con los años, estos niños van creciendo y van formando un carácter. Otros terminan jugando en la vida real con los primeros obsequios que recibieron de niños, pues no hay de otra. Es lo que aprendieron, a disparan de boca bam, bam, bam...sólo que esta vez sus labios no son los que emiten el sonido de la pistola sino el arma letal que se esconde debajo de sus pantalones y que utilizan para cometer sus atracos.
¿Aún no sabe por qué su hijo es un delincuente? Retroceda el cassette de su vida y haga memoria de las veces que regaló juguetes violentos a su hijo que hoy purga una condena en La Joya por matar al chinito de la tienda.
Como padres, hay que tener mucho cuidado en seguir abonando el camino de una cultura violenta. Súmate a frenar la ola delictiva desde tu mismo hogar y, por el amor de Dios, no regales pistolas, cartucheras, bazucas, juegos de nintendo que promuevan la violencia, en cambio, busca y rebusca esos juegos didácticos que mucho ayudarán en el desarrollo de tus hijos que serán de gran utilidad cuando tengan que enfrentar los problemas de su propia familia.
Aunque hoy celebramos una fecha especial, aún hay tiempo para llevar ese juguete al almacén y pedir que lo cambien por otro menos violento. nadie notará que cambió de opinión porque aún no es hora de abrir los regalos que se colocan debajo del arbolito.
Hermano, hágalo...
