Allí estaban las cuatro luces en la "curumbita" de la montaña donde termina el llamado "cabello" de la India Dormida, en el Valle de Antón.
Era la primera vez que las veíamos y buscamos explicación.
Como aparecían en línea y a cierta distancia, pensé en luminarias de alguna recóndita carretera.
Al conversar con un comerciante de la localidad, señaló que es una leyenda indígena la aparición de luces en las montañas.
El señor había pedido a conocidos que fueran a la montaña a ver el origen de las luces.
Este acontecimiento desató una serie de cuentos sobre leyendas indígenas de sitios misteriosos.
Josefa me contó de "Tisingal", la ciudad blanca de indios que está llena de oro... ¡en las montañas de Chiriquí!
Comentan algunos que cuando han viajado en avión vieron la misteriosa ciudad blanca, entre los árboles.
Indican que los indios ayudan a las personas "de buen corazón".
Son guiados por los indios para salir del lugar. Aquellos ambiciosos y corruptos se quedan para siempre allí, viendo el oro...
¡Ah!, a propósito. Esos indios son chicos, como pigmeos, según los cuentos del artesano Carlos.
También en El Valle escuché que un hombre se perdió en la montaña y llegó a una cueva. Adentro encontró el esqueleto de un hombre sobre una tinaja enorme, llena de oro.
El sujeto tuvo miedo, pero su hermana fue valiente y sacó medallones enormes de oro puro... y se arregló la vida. Nadie sabe dónde está la misteriosa cueva.
Imagino que muchos otros cuentos sobre acontecimientos misteriosos hay en todo el país.
Esto sucede porque el panameño gusta de cuentos y cuentos. Y eso no tiene nada que ver con su nivel socio-económico.
Mientras un campesino inventa cosas sobre unas luces en la montaña de El Valle de Antón, un sujeto muy encopetado hace sus cuentos para engañar al electorado y lograr que vote por él.
Tal vez los mayores responsables de las llamadas "leyendas urbanas" sean los politiqueros panameños. Cada cinco años "cuentan" a los electores para conseguir los votos que los lleven al poder.
Otros que inventan historias tremebundas son hombres irresponsables, tratando de ocultar sus sinvergüenzuras.
Antes que se me olvide les diré que investigamos las luces de la montaña de El Valle. Y al final el señor Juan me dio la explicación lógica: son parte del alumbrado de una carretera de un proyecto millonario de casas para gringos jubilados.
Pero estoy seguro que no todos aceptarán la sencilla explicación. Es más "sabroso" meter miedo con luces misteriosas...