Ahí está... Ahí está suspirando. Aquella camiseta roja, como el corazón escarlata de la hinchada, se siente taciturna, melancólica y se inunda en el llanto.
Las lágrimas de la "roja", de la número 9, crean un grito ahogado en la tribuna del estadio, y se siente como eco en los fanáticos presentes.
¿Dónde estás amigo mío? ¿Dónde estás capitán de capitanes? ¿Dónde estás Panagol? Se pregunta desolada la más bella de las casacas, la de mi selección, cuál lujoso uniforme de guerra en las trincheras del fútbol.
Ya el César no está en la cancha, como algún día tenía que pasar, su salida de la selección como jugador activo crea un vacío. Un vacío de sin sabores en la garganta, apuñado en el alma, en el resonar de las redes, en cada gol, en cada grito desenfrenado de la "Marea Roja", que ahora busca a su heredero.
Se busca el primogénito del gol. De la camiseta "Nueve". Ya como Julio César Dely Valdés no hay. De esos goleadores a la antigua usanza. De esos nueve, últimos mohicanos de un fútbol que desaparece en el concierto histórico de las naciones.
Corresponde a esta nueva camada de jugadores imitarlo y tratar de llenar ese espacio.
¿QUIEN LLENARA LA CAMISETA?
¿Será Garcés, "Papi" Rodríguez, Nicolás Muñoz, Mendieta, Tejada o Blas Pérez? Todos ellos pertenecientes a una gran generación joven de futbolistas. El mensaje es que si quieren llenar el espacio de Julio en los corazones de la afición tendrán que dar más allá de su fútbol. ¡Dios bendiga al heredero del señor!