Saludos amigos y amigas, bienvenidos al dominguito de misa... hoy cuando todos se hacen muy temprano la señal de la cruz, pidamos un poquito por la salud de don Italo Rojas padre que se encuentra recluido en el complejo hospitalario... por ese fiel lector de Crítica, gerente de Radio Poderosa y propulsor del béisbol, nuestro común amigo en el plano deportivo.
Hoy nuestro equipo mayor debuta en El Salvador, parece que todo está listo para iniciar el torneo centroamericano de fin de año, con el cual debemos cerrar sin problemas la temporada 2004 en el plano nacional e internacional.
La temporada 2004 fue de las mejores en el aspecto nacional, con la llegada de Chiriquí y Oeste a la final, pero en el aspecto internacional, sólo los infantiles (11 y 12 años) dieron la cara a nivel internacional.
En el mundial juvenil hicimos un papelón, en la intermedia nos dejamos quitar la corona en la última entrada y en la mayor conseguimos un pasaje al mundial en un torneo que daba pena con 6 cupos, para siete naciones...
La temporada se acaba, estamos al borde de otro año cumplido en el plano beisbolero y con muchos retos para el 2005, sobre todo por la competencia de mercado que habrá con el fútbol.
Ayer me decía don Pepe Vásquez que la batalla del 2005 no se ve tan despejada y que el mercadeo y la voluntad de la dirigencia del fútbol, pudiera ayudarnos a resolver los compromisos. Pero hay algo muy cierto en todo esto, son sólo dos dirigentes los que trabajan o asoman la cara... Franz Wever y Eduardo Alfaro... los demás brillan por su ausencia.
Este año, cuando el fútbol suena como gran protagonista, la Federación parece eludir el apoyo de los medios impresos. Las palabras de Wever referente a los compromisos que se han hecho en años anteriores con la prensa escrita, llegó a oídos de los altos administrativos y la cosa no será igual en el 2005.
Hay que sumar fuerzas y no restar. El béisbol tiene un año 2005 muy duro. Como dice mi amigo Aurelito... "No le hagan eso a mi béisbol".
Saludos hasta Florida a doña Chelita, mi viejita, y a mi hermana Mitzi que andan de paseo y no han parado el pie en la casa. ¡Viva el béisbol!