Creador de los Estudios de Folclore en Panamá.
Las expresiones folclóricas constituyen una de las más puras formas de identidad de los pueblos y nosotros los panameños tenemos nuestra forma de ser como un país multicultural, con perfiles muy propios y explícitos tales como el lenguaje "a lo panameño", la música que hemos escuchado y bailado por tradición "el pindín", entre muchas otras expresiones que dentro y fuera del país determinan el carácter de esta tierra que ha servido como "puente del mundo" siempre y no sólo a través de la vía introceánica que atraviesa nuestro Istmo.
Hoy, en Panamá se hace muy necesario conocer más a fondo lo que es el folclore, a través de una óptica científica, como sucede en otros confines, donde estudiosos de la materia han investigado, han documentado y valorado su folclore. En nuestro caso, las acciones que se dan en torno al hecho folclórico por parte del Estado, no mantienen un plan cultural cónsono a su salvaguardia y mucho menos a la investigación científica, resumiendo su accionar en ofrecer aportes a festivales, incentivar los bailes folclóricos en algunos grupos sociales y acordarse de ciertas expresiones de vez en cuando. El folclore requiere mayor seriedad. En América Latina, países como Venezuela, Argentina, Colombia, México, Cuba, Guatemala, entre otros, mantienen hoy alta consideración por el tratamiento científico y especializado de esta parte de la cultura que cada día desaparece ante la pujante civilización y, sobre todo, ante la globalización.
Cuando en Panamá había quienes se dedicaban a la danza folclórica, a la música y al canto; expresiones de gran mérito, pensé en la gran necesidad que teníamos como país de implementar estudios sobre el folclore de manera científica, objetiva y con gran responsabilidad. Para el año de 1988, me correspondió la tarea de analizar currículos de estos estudios y se implementa por vez primera una carrera de folclore y, ya, para 1991 me asignaron el alto honor de crear entonces, la primera entidad de estudios de folclore en el país: la Escuela Nacional de Folclore, ubicada en La Villa de Los Santos.
Desde entonces se han formado en nuestras aulas, algunos especialistas de esta materia, circunscritos muchos a seguir solamente los planes y programas del Ministerio de Educación en la enseñanza programática dentro de las materia de artística y educación física, pero muy pocos han podido realizar investigaciones de carácter científico por la falta de recursos o incentivos en este campo. Manuel Fernando Zárate y Dora Pérez de Zárate, lograron recopilar algunos datos en su época con mucho esfuerzo propio, pero en la actualidad los nuevos investigadores no han conseguido accionar en esta área, precisamente por la falta de incentivos y recursos.
Folcloristas empíricos que posteriormente se dieron a la ciencia folclórica, hoy son el reflejo de una formación que requiere actualización y sintonía con el avance de la materia a nivel mundial, en todo el país tenemos personal capacitado para esta gran tarea, Jorge Stephenson, José Corella, Nisla de Chávez, Olmedo Carrasquilla, Franklin Concepción, Francisco Paz, Zoila de Castillero, Yahelis Arenas y así puedo ir mencionando a más de 200 entusiastas especialistas de la materia y a las nuevas generaciones que están por salir a flote y a aquellas venideras que cada día necesitan que nuestro país asuma una posición respecto al folclore, de manera que no sea un objeto de ornamento (Me pongo la camisilla en actos especiales) Que sea esta tradición un elemento dentro de los planes de desarrollo, puesto que si entendemos los principios científicos del hecho folclórico, podemos valorarle en su justa dimensión y aprovecharle con los beneficios que ello representa para nuestra población.
Con esta reflexión, hago un énfasis especial, ya que el folclore, sin duda alguna, es una especialidad de la Antropología Cultural y requiere de criterios enteramente profesionales y cuyas capacidades se basen los postulados de la folclorología. Es muy fácil encontrar gente en Panamá que te hable del folclore, desde una perspectiva vivencial, pero hablar de ella con un criterio científico y especializado, requiere de una preparación y de mucha seriedad, por lo que escuchamos a gente alegremente emitiendo opiniones y juicios sobre el folclore y sus alcances, en muchas áreas de la vida pública nacional. Hay quienes han practicado bailes nacionales toda su vida, pero eso no es razón para deliberar sobre la dinámica cultural y las teorías en torno al hecho folclórico.
Hemos recorrido un largo y duro camino en estos 21 años, sin desmedrar el apoyo que hemos encontrado en muchas personas y especialistas, mi principal apoyo lo fue Dora Pérez de Zárate, pero ya es hora de que el folclore en Panamá, se tome con la seriedad que esto requiere.
Si hablamos de un punto de vista científico y objetivo, por ejemplo en el caso de estas tradiciones aplicado a la educación, donde Paulo de Carvalho-Neto, desde varias décadas atrás ha concebido patrones y puntos fijos de la enseñanza y la metodología del folclore; en los medios de comunicación que siempre tratan de buscar el lado alegre del folclore por su misión de entretenimiento, pero dónde está la misión de informar de la radio y la televisión?, además, en el turismo nacional el folclore es un gran pilar y ni se diga en el arte.
Existen convenios internacionales que obligan al Estado a asumir una mejor posición en la Salvaguardia de nuestras expresiones.