Dicen los ticos que no tienen ejército y sin embargo, el pasado 22 de octubre, un contingente de "policías" josefinos desembarcó en la isla Calero, en el río San Juan, el que hace que sus aguas descansen en el Atlántico, no el otro. ¿Para qué esas huestes armadas? Para ratificar su soberanía, según Costa Rica, sobre lo que consideran una incursión nica.
Dos amaneceres después, la oxidada capilla de comunistas nicas, ordenaba una movilización de tropas al mismo terreno llamado por los angloparlantes "Harbour Head". Conociendo el historial "berraco" y oportunista que tienen los ticos (remitirse a la guerra de Coto, que perdieron con nosotros), que como los gringos nos habían quitado las armas largas, ¡ Se metieron hasta Veraguas!... Y que si el presidente Porras no obtiene de Haití una buena cantidad de pertrechos para en un abrir y cerrar de ojos mandar al purgatorio a 61 "tiquillos", hoy Panamá también fuese un pujante cafetal con luces.
El lío de los hermanos ticos y nicas, por ese río San Juan apto para la navegación, tiene más de 152 años, casi siglo y medio (remitirse al tratado Jerez-Cañas). Lo que me indica mi olfato indígena ante este conflicto centroamericano es que aquí hay gato encerrado. No es casual que por las declaraciones nicas, estén embarrados países de otras latitudes cercanas con inclinaciones políticas hasta ahora definidas como: chavos, chamos, catrachos, paisas y hasta nosotros. Bien pueda que se trate de una distracción política de parte de políticos nicas, pero pónganse a pensar, que si los ticos no hubiesen llegado con sus chalupas a Calero, la reacción nica no existiría.
Panamá hizo las declaraciones que conocemos y como la frontera tica con Nicaragua está muy lejos de Capira, me he limitado a solicitar en las farmacias el inexistente descuento de la Guerra de Coto y nadie sabe dónde queda Coto ni Sambito ni en qué frontera. ¡Qué barbaridad!, la culpa la tienen los que insisten en llamar oratoria a la declamación aprendida.