El país tiene mucho que ofrecer, pero está en pañales en materia de turismo. Esta es una frase escuchada por años por quienes han tenido que estar al mando del Instituto Panameño de Turismo.
No hay duda que Panamá cuenta con sitios ricos para explotar el ecoturismo, pero lo que no ha ido de la mano es que el pequeño auge experimentado en los últimos tres años se ha hecho a la ligera.
El desarrollo de este sector debe y tiene la obligación de integrar a los estamentos que hacen mover la rueda del turismo, llámese transporte, agencias de viaje, líneas aéreas, artesanos y trabajadores, pero cuando se impide que mil 300 turistas den un paseo para conocer la ciudad de Colón, notamos que el proceso no marcha bien.
El turismo de cruceros, una rama del turismo que a penas despierta en Panamá, recibió la peor nota de calificación al registrarse un acto tan bochornoso como pelearse los pasajeros del Crucero Summit.
Sabemos que todos quieren ganarse un par de reales para llevar algo para su casa, pero antes todo debe estar regulado por las autoridades. Aunque los transportistas colonenses reclamen lo que ellos consideran que debe ser un servicio de ellos, no hay manera ni es la mejor fórmula para gritar a todas voces un derecho, pues la imagen del país queda en entredicho porque son más de mil 300 turistas los que harán comentarios negativos del país.
Ojalá no sea tarde para remendar el daño que se ha hecho. Lo que cabe es el diálogo entre todas las partes para conseguir que una vez por todas esta industria crezca cada vez más y genere empleo a miles de panameños que lo necesitan.