Hay cosas que no me puedo explicar. En la acera de un negocio cerca del parque de Volcán, alguien me llamó el jueves veintiocho de octubre pasado. Con la primera mirada no lo reconocí. Tal vez la gorra lo ocultaba o era el hecho de no verlo más de diez años.
Allí estaba con su sonrisa a media boca Hildebrando Araica, experto en estadísticas y demografía, ahora retirado.
Luego de saludarnos, hablamos del desfile de esos momentos. Eran chiquillos de la escuela de Volcán, que llevaban pancartas exaltando los valores.
Ambos estuvimos de acuerdo que era positivo que en las escuelas y colegios, se promocionaran los valores cívicos y morales.
Pero también coincidimos en que los valores se aprenden primero en la casa, dentro de la familia. Aquí comienza el primer problema.
¿Se podrá enseñar valores en una familia incompleta? Creo que sí. Pero, ¿un chiquillo aprenderá a valorar la verdad, la honradez, respeto a las leyes y la moral, si ve en sus padres y familiares lo contrario? ¿Creo que no!
Por ejemplo: ¿qué puede aprender el niño que le dice al cobrador que su madre no está, sabiendo que ella se esconde en el baño para no pagar la deuda?
Poco o nada sobre la verdad aprenderá el chiquillo que va a su padres inventar mil excusas, para justificar la parranda de anoche, la infidelidad, el botar el dinero, etc.
A esta realidad hay que añadir que toda una generación panameña se perdió por culpa de la dictadura militar-narcotraficante.
Durante la dictadura los antivalores era lo que imperaba. Y muchos hicieron fortuna robando, contrabandeando, aprovechándose de los deseos de huir de Cuba, etc.
Con todo el respeto que se merece el actual Mandatario, yo tengo una "duda lógica" (como decía un antiguo filósofo.)
¿Cómo el Licdo. Torrijos tiene valores si creció en medio de un gobierno que llenó de muertos, exiliados y robos al país?
Es difícil inculcarle valores a los niños y jóvenes panameños. Sobre todo, cuando durante estos catorce años y meses de flamante "democracia", han imperado antivalores como la corrupción.
Añada a esto que los corruptos y sinvergüenzas de la democracia que nos trajeron los fusiles norteamericanos, están muertos de risa, libres y orondos para seguir sus fechorías.
Sí, amigo Araica, ¡parece "misión imposible" promover los valores en Panamá...!