Florida somete a prueba de fuego sistema electoral de EU

Washington
EFE
Los problemas electorales de Florida están obligando a EEUU a interpretar leyes no utilizadas y a contemplar supuestos nunca imaginados pero lo peor es que muchos creen que la incertidumbre no ha hecho más que empezar. No obstante, Estados Unidos parece haberse acostumbrado ya a la nueva situación; los ciudadanos de a pie viven perfectamente sin "presidente electo" y, de hecho, el tema, quizá por puro hastío, ya no abre constantemente los informativos del país. Sin embargo, en los círculos políticos la situación se polariza cada día más y crece la sensación de que el final del proceso puede todavía retrasarse no sólo días sino, quizá, semanas. Si así fuera, el país va a verse obligado a echar imaginación y muchas dosis de buenos oficios porque el mandato de las leyes electorales requiere, cuando menos, interpretación a partir de estos momentos. Primero, está claro que hay que esperar y ver qué decide el Tribunal Supremo de Florida que ayer escuchó los argumentos de demócratas y republicanos sobre el recuento manual de votos en varios condados de este estado. El Tribunal bien pudiera pronunciarse rápidamente pero quienes entienden de procedimientos judiciales complicados, aseguran que es más que previsible que los siete jueces de esta alta magistratura estatal, sabedores que tienen ante sí una misión histórica, debatan con calma sus puntos de vista. Dado que este jueves se celebra el Día de Acción de Gracias, que es una festividad sagrada en este país, los siete jueves podrían demorar en hacer público su dictamen hasta el próximo lunes día 27. Sin embargo, se pronuncie cuando lo haga el Supremo estatal, es muy improbable que, dada la tensión política existente, el asunto vaya a terminar ahí. Y puestos a contemplar escenarios, los expertos consideran previsible la entrada en escena de la Asamblea Legislativa de Florida, del Congreso Federal o del mismísimo Tribunal Supremo de Estados Unidos, que es la máxima instancia jurídica del país. Si todo fuera bien, lo mejor es que se cuenten los votos, se declare el ganador -Florida tiene hasta el 12 de diciembre para hacerlo- y seis días después, cuando por mandato constitucional se reúna el Colegio Electoral, se confirme como próximo presidente al candidato que haya conseguido los 270 votos que dan la victoria. Pero si la situación se complica y no hay ganador en Florida, estará por verse si el Colegio Electoral puede o no declarar victorioso al aspirante con mayor respaldo sin contar Florida. Eso no está claro, simplemente porque no hay precedente. Si se decidiera que ni el republicano George W. Bush ni el demócrata Al Gore tienen la mayoría de 270 votos electorales necesarios para ganar en condiciones normales, la patata caliente bien podría remitirse al Congreso de Estados Unidos al que la Constitución sí le asigna un papel en caso de anomalías electorales. La Constitución indica que, si se produjera un empate de votos electorales entre los candidatos, la situación tendría que solventarla la Cámara de Representantes en el caso de los presidentes, y el Senado en el de los vicepresidentes. En la Cámara Baja, cada estado, sin importar su tamaño, tendrá un voto, y en el Senado, cada senador otro. Los ganadores no necesitarán más que mayoría simple. El Congreso tiene también asignado el papel de asegurar que la presidencia no se queda vacía -lo que técnicamente ocurrirá si no hay "ganador" antes del 20 de enero- y en ese supuesto la Constitución prevé que sea el presidente de la Cámara de Representantes el que se convierta en "presidente en funciones". Nadie cree que llevar el asunto hasta el Congreso federal sea positivo ya que las dos Cámaras se encuentran divididas prácticamente por la mitad entre demócratas y republicanos y un asunto como éste elevaría sensiblemente la ya alta temperatura política estadounidense. Antes de activar esa vía, bien se podría remitir el dilema de Florida a la Asamblea Legislativa del estado que tendría que decidir a quién entrega los 25 votos electorales y lo puede hacer, sorprendentemente incluso sin tener en cuenta quien es el ganador del voto popular en ese estado. Es decir, si le diera la gana, el Legislativo de Florida, que tiene mayoría republicana, podría declarar a Bush ganador y quedarse tan tranquilo. Pero, si así fuera, es más que probable que el asunto llegara al Tribunal Supremo en Washington quien, si bien tradicionalmente no quiere meterse en cuestiones políticas y no suele "corregir" a los tribunales y los altos funcionarios de los estados, es de esperar que en un caso como este fuera capaz, finalmente, de poner orden.
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