CUARTILLAS
Mal

Milcíades A. Ortiz Jr.

Dos o tres de mis compañeros de estudios de Sociología en Chile, se acercaron muy serios. En voz baja dijeron que yo me estaba convirtiendo en "un mal ejemplo" para ellos, con respecto a los profesores.

Yo abrí los ojos en señal de sorpresa y pregunté, por qué decían eso. La vocera del grupo indicó: "Es que cuando entregas a tiempo un trabajo, entonces nosotros no podemos pedirle al profesor que posponga la fecha de entrega, porque no tenemos tiempo para hacer la tarea".

No supe si reírme o enfurecerme. Eran mis compañeros de clase en un país extranjero, y lo menos que quería era enfadarlos. Sabía mi papel de extraño dentro del grupo, máxime cuando venía de un país al que llamaban "de sangre caliente", para justificar mi carácter fuerte, que defendía con ardor mis puntos de vista.

Desde que hice contacto con esos "genios", había sentido una especie de discriminación social. Para ser escogidos alumnos, se presentaron doscientos cincuenta jóvenes y sólo aceptaron veinticinco. Eran los puntajes más altos obtenidos en difíciles exámenes de admisión. Yo, sin embargo, había entrado sin hacer ninguna prueba, solamente porque había cupo para un extranjero más en ese salón.

Como panameño, tenía que luchar cada día para dejar en alto el buen nombre de mi patria. Por eso estudiaba mucho para lograr buenas notas, sobre todo porque el sistema de estudios chileno de los años sesenta era tipo europeo, mucho más profundo que el que existía en Panamá, orientado hacia EU.

Además, había otra razón para estar al día en mis tareas. El recién fundado IFARHU me había hecho un préstamo para estudiar en Chile (cosa que siempre he agradecido). Si fracasaba aunque sea en una materia, se quitaban las mensualidades que recibía y no podría terminar mi carrera. Así que el fracaso era un lujo que no podía darme, ya que mi familia y yo dependíamos de las buenas notas para seguir en Chile.

Le dije eso a mis compañeros. Como vi que no lo aceptaban, les grité que lo que querían era que fuera tan vagos como ellos, cosa que no era así porque era responsable con mis estudios, ya que para eso estaba en Chile. Se logró el acuerdo de que ellos dijeran a los profesores que yo estaba obligado a ser buen alumno, y cumplir con los plazos de entrega de las tareas... y ¡ellos no!

Esto me viene a la mente de vez en cuando, al ocurrir situaciones en que quien cumple con su labor, o por vocación y amor a lo que hace exagera, es mal visto por sus compañeros. Ellos -los que trabajan a desgana, los flojos, los avivatos que quieren cobrar sin trabajar, o simplemente los que no están motivados-, ven en quien se esmera y hace "un poco más" de lo que se le paga, un mal ejemplo. Sencillamente, porque los deja al descubierto.

Entonces, en lugar de trabajar más, lo que hacen es buscar la manera de frenar al compañero que se esmera y produce más de lo que se le paga.

No creo que sea envidia lo que mueve a esta situación, porque pocos panameños realmente envidiarían a quien se mata trabajando más de lo que se le paga.

Ejemplos: me gusta orientar trabajos de graduación y no rechazo a quien solicita mis servicios, que por cierto no significan un centavo más de mi salario de profesor universitario. Aunque eso parezca mentira, hay quienes se molestan porque "ayudo mucho a los alumnos", "diriges muchas tesis", etc.

Esto ocurre cuando hay otros colegas que se caracterizan por ahuyentar a estudiantes con exigencias fuertes para hacer tesis, o se quejan de orientar "muchos" trabajos, etc.

Por suerte este fenómeno no se da conmigo solamente, ni entre profesores universitarios. Conozco casos de secretarias que son "mal ejemplo", porque no bochinchean, llegan temprano y trabajan arduamente.

¡Qué cosas tiene la vida!, como diría Tres Patines...

 

 

 

 

 


 

AYER GRAFICO
El Bárbaro del Ritmo, el gran Benny Moré, popularizó en Panamá "Maracaibo Oriental".


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, no planifico los gastos de fin de año.


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