Lunes 16 de nov. de 1998

 








 

 


EDITORIAL
La sociedad enferma

Ocupados como estamos en alcanzar el progreso económico o ventajas políticas que suponemos representan el bienestar de la sociedad, estamos perdiendo de vista el deterioro del entorno en que cada vez hay más hogares incompletos y en forma prosaica pretendemos dar justificación a ese cáncer que es el divorcio o separación de cuerpos.

Ya son muy escasas las parejas matrimoniales que celebran sus Bodas de Plata o de Oro, como una prueba fehaciente de la unión sólida, bendecida por Dios, que levantaron hogares y familias honorables.

Al sagrado sacramento del matrimonio se le da en los tiempos modernos un trato muy superficial. Algo así como un requisito social que hay que cumplir y con la aceptación tácita de un contrato que tiene que ser observado rigurosamente por ambas partes, o de lo contrario la unión se disuelve, muchas veces sin pesar en las víctimas inocentes que son los hijos habidos del matrimonio.

El matrimonio tampoco es lo que era antes. Cuando una pareja se casa, casi siempre uno de los contrayentes "le sugiere" al invitado que el regalo debe ser en efectivo o debe comprarlo en determinado almacén. O sea, que existe una tarifa para poder asistir a un matrimonio, algo copiado de esquemas foráneos que ya se ha popularizado en nuestro país. Es evidente que el matrimonio ya no reviste la solemnidad de otros tiempos y una proyección de esto es la creciente cantidad de divorcios y separaciones.

El problema es más grave si tomamos en cuenta que Panamá fue catalogada como una nación de bastardos, producto de la gran cantidad de hijos nacidos fuera del matrimonio, según revelaron varias encuestas. Y a pesar de que nuestra sociedad toma estas cifras y revelaciones a la ligera, debemos hacer un alto y reflexionar sobre el futuro de la generación del tercer milenio. No podremos avanzar con estos traumas, porque ellos se reflejarán en nuestros hábitos y actitudes.

Los tiempos en que vivimos han hecho que el país se conduzca con otra moral, tan diferente a los esquemas conservadores del pasado. Pero sí hay que retomar esos valores que distinguían nuestra sociedad e ir reduciendo la cantidad de divorcios que atentan contra la familia, que es la base de la sociedad.

Las relaciones domésticas, el respeto a la integridad familiar, la solidez moral deben ser el norte de una nueva sociedad panameña. Es alarmante lo que sucede, pero no queremos darnos cuenta. Debemos empezar con nosotros mismos en no imitar estilos de vida extranjeros que nos quitan personalidad y autenticidad. En la medida que defendamos nuestra moral y costumbres, fortaleceremos el espíritu y nada nos doblegará. Ni siquiera la propaganda estridente de que siendo más humanos somos obsoletos. Por ahora, tenemos que superar la imagen de una sociedad enferma, lacerada por la corrupción y los prejuicios, pero que aspira a que el Creador abra su dilatada imagen desde el cielo y que Panamá sea ventana permanente por donde Dios mire hacia el mundo.

 

 

 

 


 

AYER GRAFICO
El Bárbaro del Ritmo, el gran Benny Moré, popularizó en Panamá "Maracaibo Oriental".


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, no planifico los gastos de fin de año.


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