La juventud es difícil de entender, ya que tienen actitudes cambiante.
Los chicos son inquietos, lo que obedece a la etapa, que no siempre es de gozo y satisfacción.
Parece que ser felices a esa edad debería ser cosa fácil, la edad del crecimiento físico, la edad del estudio, de soñar, del deporte, la edad del amor. Pero algo grave debe estar sucediendo, cuando se encuentran tantos jóvenes o muchachos tristes, amargados, hartos de la vida, vacíos; algunos tienen el valor de decirlo, otros no lo dicen.
Quizás en algún momento dejen sentir sus carcajadas, pero sólo para tapar su tragedia interior.
¿Será que no encuentran sentido a sus vidas? Vivir sin saber para qué, es ciertamente triste. Ellos saben lo que les gusta.
Sólo ellos pueden mirar hacia el futuro de su vida, en donde deben encontrar seguridad económica, social, y más que nada familiar.
Nuestra juventud no debe ser marchita o destrozada, pero si deben buscar la forma de encontrar los pasos que lo guíen al triunfo, y las cosas positivas.
Otros ven la vida de manera distinta, ya que buscan el camino de Dios, poniendo en práctica los valores auténticos humanos, morales y espirituales.
Hay una edad de aprendizaje, en donde se profundiza los conocimientos humanos. Una juventud con ideales fuertes, con valores auténticos, humanos, morales y espirituales, una juventud con principio, allí va la solución.