Los empleados del transporte público en huelga interrumpieron ayer el desplazamiento ciudadano hasta dejarlo casi sin pulso, opuestos encarnizadamente a las reformas laborales y de pensiones propugnadas por el presidente Nicolás Sarkozy, que las considera imperativas para frenar al declive económico de Francia.
Los sindicatos protestan por los planes de retiro para unos 500.000 funcionarios públicos, que hasta ahora podían jubilarse entre los 50 y los 55 años tras haber cotizado 37, 5 años a la seguridad social.
En el sector privado, los empleados sólo pueden retirarse con plenos derechos de pensión a los 65 años y tras haber cotizado durante 40 años.
El paro comenzó el martes por la noche cuando la red nacional de ferrocarriles franceses, la SNCF, interrumpió el servicio en la mayoría de sus líneas, y sólo mantuvo en funcionamiento 90 de sus 700 trenes.