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Sin embargo, soy un muchacho "plástico"

Redacción | Crítica en Línea

Te invito a mi mansión. Vamos en mi auto último modelo. Cenemos en el hotel. Estas y muchas más son las frases que escuchamos a diario de personas que quieren ser lo que nunca ha sido.

Son como ciudadanos que viven en un mundo de fantasía y no viven de lo que tienen. Estas personas buscan encontrar o hacer amistades a base de una vida mentirosa. Siempre andan cuenteando que tienen y tienen.

Pero cuando miras un poco más profundo en sus vidas, te encuentras con miles de dólares en deudas, una familia desunida (por lo general por causas financieras), y una tanda de acreedores correteándolos.

Se trata de la gente que vive de las apariencias. Están tan desesperados por tener más de lo que pueden o de lo que necesitan, que la ostentación se convierte en un estilo de vida para ellos.

Son como los protagonistas de aquella famosa canción de Rubén Blades: "Plástico".

Viven en un mundo de fantasía que poco a poco se va desvaneciendo y a la larga le traerá muchos conflictos personales. Como lo dice una canción muy popular: "Disque yeye son made in Taiwan".

En Panamá existen muchas personas así. Hay que ayudarles y ponerlas en cintura. "Me compré y me compré"... Es otra de las frases que comúnmente dicen estas personas que no son muy aceptadas por la sociedad. La mentira no los va a llevar a ningún lado, más bien hará que sus amistades se alejen poco a poco, encontrándose en un futuro solos y abandonados.

Qué le cuesta decir que no tienes dinero, que compras ropa en un almacén barato, que vives en una barraca, etc.; no te cohibas de lo que tienes y dile al mundo que vas a dejar de ser una persona "fantoche". Aparentar tener muchas cosas es algo que debes cambiar de tu rutina ya que Dios los castigará.

Después de todo, las cosas que verdaderamente valen en la vida no pueden comprarse con dinero: la amistad, el amor, la reputación, la paz interior y la felicidad pasan por el camino de la honestidad, la buena voluntad con los demás y la disposición constante de ayudar.

La gente que se valora a sí misma y a los demás por cuenta del dinero y de las posesiones personales está perdida. Está sin rumbo, sin norte y obviamente, no sabe cómo encontrar la felicidad.

Son unos pobres muñecos de plástico, tan artificiales como todas sus compras innecesarias.




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