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La situación política de Venezuela sigue sin perspectivas de solución, aunque inclusive hay mediación de la Organización de Estados Americanos (OEA), porque todo pareciera que se necesita una fórmula mágica para resolver este problema.
Al analizar qué es lo que mantiene a Chávez, lo único que podemos concluir es que la Constitución es el arma que no permite realmente que lo tumben. La Constitución se convierte en la herramienta que no permite que realmente la soberanía popular dé su veredicto a un gobernante que ha perdido todo contacto con las aspiraciones de su pueblo.
El caso venezolano es interesante, porque los pueblos después de equivocarse en el escogimiento de un gobernante no tiene la fórmula de poder echar marcha atrás y hacer sus correctivos. Parece ser, como lo muestra el caso de Hugo Chávez, que el voto se convierte en dogma que no puede ser vencido, aunque un mandatario lleve a la destrucción y desunión a sus conciudadanos.
Lo curioso de este tipo de problemas es que el Parlamento se convierte en la salida, pero si el Ejecutivo tiene su control se hace difícil la destitución de un presidente.
Venezuela desde afuera se ve como una chifladura, donde los más chespiritos son los militares, quienes se convierten en agitadores de parques, para agrandar más el espectáculo que se da en este país suramericano. |
