Panamá ha tenido en los últimos 5 años dos íconos del glamour en los palcos presidenciales. Mireya Moscoso, la ex presidenta de la nación; y Vivian Fernández de Torrijos, la actual primera dama del país.
Las dos diferentes por sus corrientes políticas y su edad, marcada claramente entre una y otra. Sin embargo, ambas con algo en común que no compra el dinero: estilo.
En los primeros años, Mireya Moscoso, una cincuentona, elegante por naturaleza y con un estilo particularmente exquisito a la hora del vestir, ocupó las miradas de nacionales y extranjeros que asistían a ver los desfiles patrios.
Este año, Vivian Torrijos, de treinta y tantos años, no quiso quedarse atrás, y lució en los días patrios, sus mejores galas. Vestidos de cortes simétricos, de colores fuertes, pero siempre manteniendo la sencillez, propia de las mujeres que saben que es uno de los pocos requisitos para ser elegantes. Ella no se encasilla en una tonalidad, luce igualmente bien en un amarillo, que en un celeste o rosado.
En cambio, Moscoso, era amante del rojo, un color que lucía con regularidad en sus presentaciones públicas. Para algunos un tono demasiado fuerte para la inquilina de la Presidencia, sin embargo, ella le dio el toque propio y la personalidad, que lejos de chocar a la vista, provocaba admiración.
Ambas, saben lucir lo que llevan puesto. Desde los vestidos hasta las joyas. Moscoso se hizo famosa por un anillo en el meñique, pero le faltó el aro de casada que utiliza a diario la esposa del presidente Martín Torrijos.
En cuestiones de calzados, tienen diferencias. Mireya Moscoso no utilizó sandalias en ningún acto gubernamental. Más allá de zapatos cerrados, le encantaba pasear en jeans y zapatillas durante sus recorridos por el interior del país. Vivian es más versátil, quizás por su edad o su estilo.
En cualquiera de los casos, Panamá cuenta con dos dignas representantes del buen gusto, estilo y elegancia en el vestir.