EDITORIAL
Una promesa llamada Colón
Ahí, en el Caribe mítico y ardiente, está Colón. Sin embargo, a pesar que esta provincia está irremediablemente en el caldo fétido de los otros pueblos miserables del litoral, hay dos razones para quedarse boquiabierto ante la dolorosa e inexplicable situación de los colonenses, porque no es fácil creer lo que les está pasando: una, está a menos de cincuenta y cinco minutos de la ciudad capital, lo que pone a su disposición todas las ventajas comparativas en los ámbitos tecnológico, económico y cultural de la metrópoli; y, dos, el sistema bipolar del Canal de Panamá tiene a Colón en el extremo vital que abre las puertas al comercio con toda la costa Este de América y con Europa.
Por eso se instaló en estas tierras la Zona Libre, que propicia la nada despreciable cifra de 15 mil empleos permanentes y más de seis mil eventuales, y maneja por fletes de entrada y salida la suma de 10 mil millones de dólares al año.Entonces la pregunta gira y gira, y vuelve a caer en la buchaca de la intriga: ¿Por qué Colón está de hinojos? Tratar de encontrar explicaciones para el reducido espacio de esta nota, resultaría infructuoso a la vez que agotador. Y repasar otra vez los síntomas de una enfermedad harta conocida, podría parecer ofensivo para todos.
Hacer de toda la provincia, principalmente su cabecera, un puerto libre, es un sueño permanentemente acariciado por muchos dirigentes, y ya es Ley de la república, pero tal idea levanta suspicacias y miedos primitivos en importantes sectores comerciales del resto del país, lo que ha evitado que el asunto tome cuerpo. Lo mejor es acudir al tema de una vez por todas, y cerrar el capítulo, bien sea haciéndolo una realidad, o condenándolo al naufragio definitivo. Que siga flotando en el limbo, es un crimen.
Eso, y establecer un plan educativo integral y en manos de patronatos para alejarlo de la política del Ministerio de Educación, exclusivo y diferente al del resto del país, teniendo como objetivo tres áreas: el comercio, el turismo y el territorio con el que como país estamos en deuda: el mar.
PUNTO CRITICO |
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