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Colón, los zapatos para la cabeza y el sombrero para los pies

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Leandro Avila
Colaborador

Que nadie imagine por un solo instante que este título guarda algún gesto despectivo para con mis coterráneos; sí, soy un colonense y al igual que ciudadanos de otras provincias me siento orgulloso de haber nacido en esa tierra.

Colón es una estupenda provincia, las mejores costas para disfrutar del turismo playero las tiene Colón, amén de su codiciada Zona Libre, símbolo de orgullo nacional e internacional; en la década del 60 y 70 esta provincia tuvo los mejores centros nocturnos y muchos ciudadanos de otras áreas geográficas acudían a Colón a festejar los Carnavales.

En el plano político nacional nuestra provincia ha aportado en calidad humana, presidentes de la república, vice presidentes, ministros de Estado y por ley una gama de legisladores de diferentes tendencia ideológicas. El sitial estratégico de la provincia que comparte con la capital a raíz de la construcción del canal, le dio bríos y oportunidades de empleos a sus habitantes, que desde la firma de los Tratados Torrijos Carter, se fueron perdiendo y no hubo una estrategia alterna para neutralizar la pérdida de empleos, que hoy se hace evidente. No obstante Colón sigue siendo la segunda provincia en importancia económica.

A pesar de estas ventajas debemos reconocer que ninguno de los grandes líderes políticos colonenses pudo lograr que se definiera un plan estratégico de desarrollo y más bien todo su potencial se mantuvo en la esperanza de crecimiento de la Zona Libre. Dentro de este proceso el Gobierno Nacional, dirigido el quinquenio pasado por el expresidente Ernesto Pérez Balladares, impulsó un plan estratégico fundamentado en atraer el Turismo Internacional; para ello se desarrollaron puertos en los cuales cruceros atracarían con frecuencia en esos muelles. Es al actual gobierno, dirigido por la señora presidenta de la República, Mireya Moscoso, al que le toca culminar este proceso.

Sin embargo, para los que conocemos Colón, nacimos allí y tenemos toda nuestra familia allá, lo vemos como si sólo la Zona Libre fuera la razón de ser y existir de esta provincia y los ciudadanos tenemos que decir que la ciudad de Colón está totalmente en ruinas, sus edificios, de más de 50 y 60 años, se están cayendo; las casas de madera que fueron usadas en la época de la construcción del Canal, se mantienen en pie recostadas unas a otras, cobijando a familias enteras; las aguas negras pululan por doquier. Las calles tienen aspecto de haber sido presa de un terremoto y su transitar es peor que un andar por caminos rurales; cuando llueve cada avenida se convierte en una piscina. Qué decir de la condición precaria del empleo y la existencia, casi exigua, de plazas de trabajo decente.

Con estas condiciones paupérrimas, un político decidió que la esperanza de Colón, estaba en el turismo, me pregunto: ¿Qué tienen para ver o hacer los turistas en esa provincia?, salvo, ir de compras a la Zona Libre y esto si acaso, ya que en estos cruceros también hay zonas francas. En este caso en particular, es cuando nos parece que los zapatos se usaron para la cabeza y los sombreros para los pies.

 

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