Aunque ustedes no lo crean, varias personas de mi generación en su juventud teníamos tan metido en el corazón el concepto de Patria, que estábamos dispuestos a morir por ella. "Morir por la Patria es vivir", repetíamos llenos de nacionalismo. Era la época de las luchas por la plena soberanía en la Zona del Canal.
Se trataba de la generación de los años cincuenta y yo respondo por la del Instituto Nacional, colegio donde hice toda mi vida escolar de secundaria. Pero ese nacionalismo y amor por la Patria se extendía a otros colegios y la universidad.
Nos metíamos en las Bibliotecas a buscar textos que nos aclararan las relaciones entre Estados Unidos y Panamá. El libro preferido era el del Dr. Ernesto Castillero Pimentel (q.e.p.d.) pero habían otros que se referían a tan sensible tema.
En las aulas siempre surgían fuertes discusiones en torno al "problema canalero". Debo admitir que habían algunos profesores timoratos y precavidos, que no querían definirse ni tomar posiciones que pudieran perjudicarlos. Pero eran desbordados por los ímpetus nacionalistas de una juventud sin frenos, llena de idealismos, que querían mejores días para su patria.
Claro que es lógico que todas las personas quieran a su patria, cada una a su manera. No se puede exigir sacrificios ni ganas de dar la vida por ella a todo el mundo. Y menos cuando a veces los problemas de la patria eran manipulados por intereses económicos y políticos, como algunos aprendimos después con los años y las canas.
Pero creo que las actuales generaciones no sienten el mismo fervor que nosotros por la Patria. Ya tenemos plena soberanía en todo el territorio y tal vez no sepamos qué hacer con bienes revertidos e instalaciones dejadas por los Estados Unidos.
La Patria no solamente son los "senderos retorcidos que el pie desde la infancia recorrió", como dice la hermosa poesía de Miró. También la Patria es el suelo que se hace producir, el sitio donde uno lleva una vida honesta y trabajadora.
En estos días cuando se celebra la separación de Colombia, es conveniente recordar que a la Patria hay que rendirle tributo todos los días del año, y no solamente una semana para juergas y desfiles. Y rendirles honores a la Patria no significa comprar banderitas, desfilar por las calles, sino ser un ciudadano ejemplar, ganarse con el sudor de su frente el pan de cada día (nada de botellas, latrocinios y chanchullos).
También se le rinde tributo a la Patria buscando soluciones a sus problemas. Alejando la politiquería malsana que tanto daño hace a cualquier gobierno. No aprovecharse de un puesto público para enriquecerse ni conseguir "asegurarse" el futuro, es querer a la Patria.
No creo que sean más patriotas los que griten contra Estados Unidos o estén a favor de los talibanes (como hicieron algunos jóvenes despistados hace poco). Cada uno tiene su idea de lo que es la Patria y debe buscar la manera de rendirle tributo permanente. Hacer de Panamá un mejor lugar para vivir, me parece que sería la forma más adecuada de rendirle tributo a la Patria panameña en estos momentos. |